rosario

Sábado, 9 de febrero de 2008

OPINIóN

Reforma y oportunidad

 Por Osvaldo Miatello*

La Constitución de una determinada sociedad es el conjunto de reglas básicas que esa sociedad ha decidido darse para convivir. Esto, que parece tan sencillo, ha generado en nuestro país, y no sólo en él, luchas virulentas, años de batallas permanentes y, en definitiva, mucha sangre derramada. Desde nuestros primeros pasos como Nación encaramos la ardua tarea de darnos una Constitución que permitiera la convivencia entre distintos sectores sociales, entre distintos intereses y distintas visiones del país.

Desde 1810 hasta 1853 pasaron 43 años de luchas que desangraron la Patria y sólo fue posible obtener una Constitución luego de la feroz batalla de Caseros, que logró imponer una visión del país posible.

En 1994, y luego de un nuevo "pacto", esta vez el de Olivos, se reformó la Constitución, que ya antes había tenido otras reformas, como la de 1949 o la de 1957. En su última modificación, se incorporaron diversas instituciones llamadas de tercera generación, todas ellas muy interesantes pero que, en realidad, sirvieron de "envase" al núcleo del pacto de Olivos que, en rigor, permitía la reelección del presidente, a cambio de lo cual se incorporó la figura del tercer senador, la supresión del Colegio Electoral y alguna otra concesión política.

Es decir, a diferencia de lo ocurrido en el siglo XIX, la reforma de 1994 no resultaba imprescindible para la convivencia social ni mucho menos. Se trató, simplemente, de un acuerdo que buscaba beneficiar a los dos partidos mayoritarios.

¿Qué sucede hoy en Santa Fe? La reforma de la Constitución que proclama casi a diario el socialismo, ¿tiene que ver con la necesidad de instalar normas básicas de convivencia como la del 53 o, por el contrario, y al igual que la del 94, intenta beneficiar electoralmente a una de las fuerzas políticas de la provincia?

Veamos. La actual Constitución de Santa Fe tiene algo más de 40 años. Para una Carta Magna es muy poco tiempo, no resulta verosímil la afirmación del socialismo de que estamos en presencia de una Constitución vieja. Todas las instituciones nuevas de la democracia, todos los derechos llamados de "tercera generación", pueden convivir perfectamente con la actual Constitución. No hay ningún síntoma en la sociedad que permita inferir que es necesario modificar urgentemente las reglas de juego básicas que tenemos los santafesinos.

La autonomía de los municipios, que quizá sería lo más notable a obtener con una reforma, es perfectamente posible en el marco de la actual Constitución, y si no se avanza con ella es por que no hay decisión política, no por que sea necesario reformar la Carta Magna.

Entonces, la respuesta a la pregunta que formulábamos antes es contundente: la urgencia en reformar la Constitución no tiene nada que ver con necesidades colectivas de la sociedad santafesina, sino que se vincula pura y exclusivamente con las necesidades del partido gobernante. Tras floridos discursos sobre la vetustez de la actual Constitución y lo espectacular que sería una nueva, se esconde la necesidad electoral del socialismo.

El socialismo, pesar de haber triunfado hace muy poco tiempo en la provincia, se encuentra con que no tiene candidatos para el 2009. Ni Binner ni Lifschitz pueden serlo, ya que tienen mandatos de cuatro años por delante, y no tienen otros candidatos visibles. Ello, y sólo ello, hace que el partido gobernante necesite imperiosamente una elección constituyente que permita a Binner y a Lifschitz ser candidatos.

Entonces, detrás de la gran alharaca en torno de todas las cosas que irían a cambiar para los ciudadanos santafesinos con la reforma de la Constitución, en realidad lo que se esconde es que el cambio será para el Partido Socialista, que va a intentar ganar otra elección que permita consolidarlos como partido gobernante y, a su vez, debilitar, aún más, a la oposición.

La mágica reforma, entonces, no tiene nada que ver con el bienestar de los santafesinos ni con un encumbrado debate jurídico.

*Concejal del Frente para la Victoria y vicepresidente primero del Concejo Municipal de Rosario.

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