Lunes, 31 de marzo de 2008 | Hoy
OPINIóN › SIETE DIAS EN LA CIUDAD
Cómo se vivió la protesta en Rosario, por qué no es lo mismo que en Buenos Aires. Pequeños y medianos productores del sur, centro y norte de Santa Fe, todas las menciones al Grito de Alcorta y las dificultades del agro para cumplir con el fisco. Además, el trabajo "de sol a sol" con semillas transgénicas.
Por Leo Ricciardino
Rosario reflejó esta semana el conflicto del campo como otras ciudades, pero a la vez diferenciándose de la gran capital con sus disputas ideológicas por ocupar el centro de la Plaza de Mayo. Y es que aquí a D'Elía le sería mucho más difícil que en Buenos Aires hallar a la "puta oligarquía". Y es porque aquí, y no en Buenos Aires, hay una cuestión estructural que se corresponde a casi toda la provincia de Santa Fe en cuanto a la distribución de la tierra; con excepción del extremo norte, acaso el único lugar donde pudieron desarrollarse algunos grandes latifundios.
Es una cuestión estructural e histórica que se corresponde con la colonización. Aquella etapa que Sarmiento soñó a imagen y semejanza del farmer que vio en los Estados Unidos de mediados del siglo XIX y que fuera irrealizable en el extenso territorio de la provincia de Buenos Aires. Sólo en Santa Fe, en algunas zonas de Entre Ríos y otras de Córdoba, aquel proyecto -"progresista" podría decirse para el ideario sarmientino- pudo efectivizarse a medias. Porque tampoco hubo farmers aunque sí pequeños productores que no se quedaron casi nada a vivir en esos campos. Al contrario, apenas pudieron se fueron a la comodidades de los pueblos o ciudades más cercanas.
El campo todo, aún el pequeño y mediano, se movió como otras ramas de la economía, alentado por las coyunturas más o menos favorables. El tan citado por estos días Grito de Alcorta, no tuvo sin embargo repercusiones en toda la provincia porque ese Grito era el de los arrendatarios, una figura que -por ejemplo en el centro-oeste santafesino- tenía poca existencia. Es más, en esa zona, una de las primeras colonias alrededor de Esperanza, el acceso a la tierra era tan sencillo que por cada hectárea adquirida en el campo se le regalaba una manzana alrededor de la plaza del pueblo en cuestión. A tal punto. Y estamos hablando de poco más de 250 kilómetros de distancia del Grito de los chacareros del sur provincial en 1912.
Como sea el crack del '29 determinó la reconversión de muchos pequeños y medianos productores hacia la lechería, que tuvo a partir del '30 un gran desarrollo en todo el centro oeste provincial hasta transformarse en la principal cuenca de toda Sudamérica. Hoy no es la actividad más rentable frente al avance de la soja que es, sin duda, la coyuntura favorable hoy para el campo.
La descripción pretende mostrar la heterogeneidad del campo argentino aún limitándonos a la observación de una sola provincia, la nuestra en este caso. Y por ende, comprender un poco más las dificultades que plantea una política al respecto en la que el Estado siempre intervino, por acción o por omisión. El campo muchas veces señala despectivamente a la industria, pero si se toma la cuestión impositiva, se verá a menudo que el campo no comprende que está obligado desde el principio, y como en todo el mundo, a tener un "socio" que es el Estado.
La manipulación genética de las semillas, la célebre soja transgénica, introdujo también modificaciones financieras en la actividad agrícola. ¿Cuánto disminuyó el riesgo de la inversión con una semilla que aguanta agua en abundancia y sol con sequía casi en la misma proporción? Hoy cuando un productor de soja dice "trabajamos de sol a sol", ¿a qué se refiere exactamente? Si el gobierno debe afinar su puntería regulatoria, es claro que el campo debe blanquear algunos aspectos, aunque crea que puede burlarse de los "citadinos" -como decían en las series dobladas en México- que poco entienden de vacas y semillas.
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