Domingo, 30 de mayo de 2010 | Hoy
OPINIóN › PANORAMA POLITICO
Por Pablo Feldman
Hermes Binner ocupó el centro de la escena política la semana que pasó. No sólo por saldar la discusión sobre el Puerto de la Música, a partir de la multitudinaria y emocionada participación popular en los actos del bicentenario aunque todavía hay algún monaguillo mariano que cuestiona los fuegos artificiales sino porque avanzó sobre temas de la política santafesina "marcando la cancha". Una simplificación de las declaraciones del gobernador entorno de quién podría ser su sucesor llevaría a pensar únicamente en Antonio Bonfatti. Si bien Binner lo tiene en alta estima es además su amigo de la vida no es el único miembro del gabinete al que considera un potencial candidato, en este caso a la Casa Gris. Binner tiene gran aprecio por su colega Miguel Cappiello y no le disgustaría que fuera el próximo intendente de Rosario. Pero tanto una cosa como la otra están sujetas a discusiones dentro del Partidos Socialista, en primera instancia, y en el Frente Progresista luego. En rigor, Binner no hizo nombres propios, y la precandidatura de Bonfatti no sorprende a nadie. Sí, en cambio, que haya hablado de "candidatos" un dirigente que se ha distinguido por tomar distancia de todo tipo de especulaciones, incluidas las que refieren a su propio futuro político. Una lectura un poco más profunda, entonces, nos llevaría a observar que lo de Binner sobre el fin de semana no fue un lanzamiento de un determinado candidato, sino la ratificación de su liderazgo, la advertencia de la necesidad de la continuidad del plan de gobierno trazado para estos cuatro años, y los que vendrán, y también un "parate" dirigido a quienes están intentando probarse el traje sin siquiera avisarle. El caso más notorio es el del senador Rubén Giustiniani, quien no sólo está recorriendo la provincia como no lo hizo para la elección en la que debía renovar su banca, sino que prácticamente funciona en el parlamento nacional en otra frecuencia que la que necesita la provincia.
Este deterioro en el vínculo entre ambos dirigentes que ninguno de los dos reconoce públicamente se ve en otros ámbitos. Bastaría recorrer las facultades y notar que en varias de ellas hay agrupaciones del PS que ya no fungen como MNR y que reportan a Binner o Giustinmiani, para ponerles nombre propios. A otro que le avisa Binner es al socio radical, Mario Barletta, que inaugura obras u organiza reuniones y se olvida poner el escudito de la provincia, aun cuando los fondos provengan de esa caja. Y finalmente el mensaje le llega a Miguel Lifschitz, "el candidato natural" que de tanto serlo comenzó a volvérsele en contra. En rigor, la imagen del intendente de Rosario es superior a la de los miembros del gabinete, pero Binner tiene que hacer una demostración de fuerza, sobre todo porque ya está llegando al punto en que está más cerca de ser el ex gobernador de Santa Fe más que cualquier otra cosa. Con este panorama, el Socialismo encara el tramo final de su mandato con la recuperación de la iniciativa y expectante por lo que ocurra en las filas del PJ, que como se sabe esta "teniéndole la vela" al Lole, aunque hay algunos movimientos por fuera de la escudería que valdrá la pena analizar en la próxima columna. Un adelanto: el "equilibrista del oeste" vuelve al redil kirchnerista. Omar Perotti, intendente de Rafaela ha protagonizado varios encuentros con operadores del ex presidente. Agustín Rossi podría dejar de ser el "candidato a todo" y proyectar su figura más allá de Santa Fe. Y por si fuera poco, Eduardo Buzzi, el de la Federación Agraria, precandidato de Eduardo Duhalde para la gobernación de Santa Fe. Para no perder tiempo, pidió un dólar a 5,40 o 5,60 que ni Hugo Biolcatti se atrevió a sugerir, y dice que está en condiciones de conducir la provincia. En este caso y no es el único el problema del "amigazo" es la "trazabilidad", que como se sabe es conocer el origen y el destino, entre otras cosas.
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