Lunes, 20 de marzo de 2006 | Hoy
OPINIóN › 7 DÍAS EN LA CIUDAD
Por Leo Ricciardino
El panorama de una ciudad sin colectivos en pleno marzo, desalienta, y eso es lo que sucederá mañana cuando los choferes de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) cumplan con la medida de fuerza que ya dispusieron la semana pasada. El reclamo salarial supera en -por lo menos- 16 puntos a la media estimada para la paritaria nacional de todos los gremios. Los choferes creen poder conseguir un 36 por ciento de incremento en una escala salarial que ya de por sí es alta (pasarían de 1800 a 2300 pesos mensuales). Pero cada gremio sabe lo que puede y la UTA puede mucho.
El dueño de la empresa Las Delicias, Rubén Rodríguez, se lo dijo a este cronista con toda sinceridad: "No sé si el paro me va a poner triste". Claro, sabe que si bien el reclamo terminará impactando sobre sus bolsillos, no desconoce que es la manera más rápidad y efectiva de conseguir un aumento en la tarifa del transporte urbano. Sobre todo teniendo en cuenta que la tercera parte de la flota de colectivos de Rosario está en manos de la empresa municipal Semtur, por lo que la fuerza de un posible lockout patronal ya no es la de antaño.
Pero el martes pasará y el boleto aumentará hacia fin de mes. Es una cuestión de tiempos. Los dirigentes de la UTA también lo saben. Saben, sobre todo que no iban a percibir el aumento de sueldo con la liquidación de marzo, sino que será con la de abril. Ffue un juego en el que todos los jugadores (municipalidad, empresarios y choferes) sabían de antemano las cartas que tenían para poner sobre la mesa.
Sin embargo, siempre queda un margen de duda. "La cuestión va al Concejo y una vez que la cosa entra allí, nunca se sabe", dijo el empresario Rodríguez y agregó "este es un año en el que todos se están sacando chispas". Es cierto, la pelea por el 2007 ya está aquí, anticipadísima, atravesando todas las decisiones. Si bien en el recinto el oficialismo tiene la mayoría justa para llevar el boleto a un peso -por más pataleo que la oposición haga dentro y fuera del recinto-, desde el socialismo se quiere esperar un fecha clave: el 26 de marzo, cuando se desarrollen las internas radicales. Hay por lo menos una banca aliada que es necesaria para el PS y no quiere complicarle el escenario antes de esa fecha.
Un peso, con los aumentos salariales de por medio, es una cifra muy finita para equilibrar costos y ganancias en el transporte. En rigor, debería ser por lo menos 1,20, una cifra imposible de digerir para la sociedad y sobre todo para los usuarios del servicio, quienes sentirán directamente el impacto. Si a estas operaciones matemáticas le sacamos los subisidios nacionales, el boleto puro se iría hasta 1,58. Una locura.
El tema de los subsidios nacionales es un verdadera espada de Damócles sobre la cabeza del transporte. Si bien es una ayuda para que el servicio no desaparezca en todo el país, el recurso se utiliza con discrecionalidad (la decisión depende de un funcionario en Buenos Aires) y le quita toda certidumbre a los empresarios del sector. Esto se nota especialmente en Rosario, donde el proceso licitatorio del transporte está congelado en función de esperar estas decisiones que equilibren el escenario.
Como se ve, no es nada sencillo el servicio de colectivos. Hay muchos actores, demasiados costos a tener en cuenta y también, por supuesto, la política se trepa desde los estribos de las unidades para sumar mayor incertidumbre. Pero por estos días sí hay datos seguros: mañana no habrá transporte y para fin de mes el boleto empezará a costar un peso. Algo es algo para arrancar.
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