Viernes, 6 de enero de 2012 | Hoy
Por Lilian Echegoy y Carmen Maidagan*
En la CTC trabajamos con sectores marginados de la sociedad, que en general, no merecen la atención de los poderes del estado, los organismos de DDHH tradicionales, gremios, ni partidos políticos. Lo sucedido con los 3 jóvenes asesinados pasa frecuentemente. Hubo 170 homicidios en 2011 en Rosario, por eso es necesario y auspicioso que se denuncie. Porque los presos, sus familiares, los que viven en barrios, los que sobreviven en economías informales, los olvidados de siempre sufren la violencia cotidiana.
Algunas muertes se exhiben más legitimadas por la sociedad, es decir hay jerarquías por las que algunas aparecen como injustas y condenables, y otras "esperables"; lo que deriva en que hay quienes merecen morir y quienes vivir. Es decir hay muertes visibilizadas, victimas defendidas y otras victimas que por el contrario son negadas.
Muchas muertes provenientes de sectores empobrecidos, no son visibilizadas; más 170 muertes en Rosario y es difícil encontrar estadísticas e investigaciones o quien cuestione estas masacres cotidianas que ocurren en los barrios. Muertes que acontecen a diario, y aunque cueste creer muchos de sus protagonistas no tienen antecedentes delictivos, otros si, el tener antecedentes parece ser carta blanca para la muerte.
Ante el retiro del estado en los barrios más desposeídos, la justicia se toma por mano propia. Nadie brega por esas muertes, que son una sangría de nuestro pueblo, y no nos referimos solo al estado (cuya responsabilidad es ineludible), hablamos de profundizar el debate, de muchos sectores que plantean "se matan entre ellos" y que desde ideologías equidistantes no pueden asumir una cuestión que compete a la sociedad en su conjunto.
Todo homicidio que se produce habla de violencia, y cuando la cantidad es alarmante, la violencia es un problema de todos, que no podemos "atenuar", clasificándola de ajustes de cuentas.
Quedan abiertas otras miradas que posibiliten esclarecer aquello el horror naturalizado. De otro modo lo único que se logra es un control social más estricto y militarizado sobre los sectores más desposeídos.
*Coordinadora de Trabajo Carcelario
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