Martes, 28 de julio de 2015 | Hoy
Por Norma Birri de Vermeulen*
Hace varios años solía ver en la televisión a la señora Mirtha Legrand. Su programa me agradaba, ya que muchos de sus invitados eran personas que, a mi entender, dejaban enseñanzas por su sabiduría. Entre ellos se destacaban intelectuales, médicos, científicos y otros que, aunque anónimos, eran reconocidos por sus trabajos sociales.
Hoy veo con estupor un cambio muy marcado, y no sé a quién atribuirlo.
Todos tenemos el derecho de pensar diferente, de eso se trata la democracia, que le permite a la propia Mirtha expresar las cosas que piensa y que siente.
El domingo 19 de julio, entre los invitados a su mesa se encontraba el doctor Luis Novaresio, muy reconocido en la ciudad de Rosario.
En un intercambio de palabras, la señora dijo que los argentinos tenemos miedo de hablar.
Acaso sea en su programa donde las opiniones estén condicionadas, ya que son muy pocos los invitados que suelen contradecirla.
Mirtha fue más allá, y agregó que los argentinos estamos viviendo una dictadura, a lo que el periodista respondió que no es así. Ella retrucó que, en todo caso, se trata de una "dictadura blanda". Me extraña que nadie más en la mesa haya opinado, y me duele profundamente que tras más de 30 años de esta democracia que tanto nos ha costado, una persona, sea quien sea, falte el respeto a tanto dolor, y a toda una generación perdida, por lo que significó verdaderamente el terrorismo de Estado, la supresión del estado de derecho y las secuelas que aún persisten.
Hay veces en que me cuesta creer que sea Mirtha una madre doliente, si no, no diría algo semejante. Pienso que puede más el ego que tiene, que le impide reconocer el conocimiento y la sabiduría de otra mujer que es superior a ella. Muchas gracias.
*Madre de Plaza 25 de Mayo de Rosario
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