Sábado, 22 de marzo de 2014 | Hoy
UNIVERSIDAD › INVESTIGACIóN DE LA ESCUELA DE FONOAUDIOLOGíA DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO.
El análisis llegó a la conclusión que la mitad de los estudiantes universitarios de primer año presentan alguna dificultad en el habla, falta de organización adecuada de frases, no se les entiende, y usan gestos suplementarios.
Por Victoria Arrabal*
Una investigación de la Escuela de Fonoaudiología de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) demostró que la mitad de los estudiantes universitarios de primer año presentan alguna dificultad en el habla, falta de organización adecuada de frases, no se les entiende, y usan gestos suplementarios. En consecuencia, un 70 por ciento prefiere el examen escrito que no pone en juego sus competencias lingüístico- comunicativas. El estudio, dirigido por la fonoaudióloga Lía Bloj, titular de la cátedra Patologías y Terapéutica Fonoaudiológica del Habla, fue realizado con alumnos ingresantes de Medicina, Enfermería, Fonoaudiología y Comunicación Social. El trabajo se realizó a través de una encuesta que permitió conocer la percepción que tienen estos jóvenes sobre su propio desempeño verbal y fluidez en diversas situaciones comunicativas y comparar los resultados de las distintas carreras. "Vemos déficits para argumentar, tanto en los exámenes orales como en las exposiciones de trabajos en clase, que no sólo se deben al aspecto emocional sino a la falta de recursos lingüísticos", explicó Bloj.
En relación a la pronunciación, el estudio realizado por los investigadores de la UNR arrojó que los porcentajes más bajos de dificultad se encontraron en alumnos de Fonoaudiología y Comunicación Social, mientras que en Medicina y Enfermería cerca de la mitad de los alumnos presentaron algún problema al hablar. Sobre velocidad y fluidez, los mayores inconvenientes fueron que no se les entiende, deben repetir, y que se traban al hablar. En menor medida, explicaron, los alumnos cortan palabras y no terminan las frases.
En Comunicación Social, un 50 por ciento de los alumnos manifestó tener habla muy lenta, considerándola adecuada para la expresión oral. "La velocidad rápida lleva en general a una inadecuación en el uso de las pausas, generando un discurso acelerado, difícil de seguir y comprender, que también puede interferir con los tiempos de coordinación dando lugar a una articulación imprecisa y quiebres en la fluidez", explicó Bloj, "Lentificar la velocidad permite adecuar otros parámetros del habla para hacer más efectiva la comunicación", agregó.
En relación a la percepción sobre continuidad del habla y fluidez también se vieron diferencias significativas entre el área salud y comunicación social. En la organización de frases adecuadas según la intención comunicativa, la espera de turnos para hablar y el sostén de la mirada, los alumnos de ciencias médicas se mostraron más vulnerables.
En el diálogo, los recursos mayormente utilizados son las muletillas, los gestos y los silencios. Otros aspectos reconocidos en menor medida son la repetición de sílabas o palabras y el alargamiento de sonidos.
Según la investigación, el uso de los gestos complementarios, en tanto recurso no verbal que completa la comunicación, se presentó en un 60 por ciento de todos los jóvenes. Y los gestos suplementarios, en tanto recursos de sustitución de palabras o de contenidos lingüísticos, son utilizados por un 50 por ciento aproximadamente. Los futuros comunicadores marcan la gestualidad como un acompañante de la palabra pero en las otras carreras, más de la mitad manifiesta usar gestos en lugar de una palabra o cuando no se acuerdan de ella.
"Las diferencias significativas que muestran los porcentajes respecto de velocidad del habla, recursos para la continuidad y el diálogo, entre los alumnos de Comunicación Social y los del área salud, pueden pensarse en relación al conocimiento y uso óptimo del lenguaje vinculado al campo disciplinar", afirmó la investigadora de la UNR.
Debido a las dificultades percibidas, alrededor del 70 por ciento de todos los jóvenes encuestados manifiestan tener mejor desempeño en los exámenes escritos que en los orales. En este sentido, Bloj señaló: "Los profesores vemos déficits para argumentar tanto en los exámenes orales como en las exposiciones de trabajos en clase, que no sólo se deben al aspecto emocional sino a la falta de recursos lingüísticos".
La fonoaudióloga sostuvo que el pasaje por la Universidad expone a los jóvenes a la necesidad de poner en juego sus competencias lingüístico comunicativas tanto orales como escritas, las cuales pueden verse limitadas o no ser reconocidas por el propio sujeto. "Cobra así importancia la reflexión metadiscursiva y el reconocimiento acerca de cómo los fenómenos de la oralidad pueden incidir positiva o negativamente en la calidad de lo dicho, según contexto, intencionalidad u objetivo y el efecto sobre el interlocutor", precisó.
Las observaciones de este trabajo sobre las prácticas discursivas orales, con restricciones y descuido por los aspectos formales del lenguaje, llevaron al equipo de investigación a continuar explorando la temática entre los universitarios dado que "el grado de compromiso de los jóvenes con el lenguaje tendrá su proyección tanto en la vida cotidiana como en el futuro desempeño profesional".
* Integrante de la Dirección de Comunicación de la Ciencia UNR.
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