Martes, 6 de noviembre de 2007 | Hoy
CIUDAD › EXPOSICION DE XIL BUFFONE EN EL MACRO
Pintora además de escultora y realizadora de instalaciones con objetos, la artista radicada en Buenos Aires investiga las posibilidades lumínicas del vidrio en términos visuales.
Por Beatriz Vignoli
Domingo por la tarde. Una familia se asoma a la sala del cuarto piso del Macro, cuya puerta está cubierta de un plástico negro calado en forma de luna y constelaciones. Miran desde afuera y ven lamparitas encendidas embutidas en botellas rotas, que un tendido precario de cables y cintas extiende por las paredes siguiendo el mapa de algunas constelaciones estelares del Hemisferio Sur. Las lamparitas son de muy bajo voltaje, los vidrios son transparentes o de color ámbar, la luz resultante es tenue, las sombras arrojadas se dibujan en las paredes, peladas por lo demás. La cálida suavidad de la luz contrasta con el efecto amenazante de los filos de los vidrios; la delicadeza de la composición y los colores, con esa sensación villera de luz robada que dan los cablecitos. "No hay nada acá", dictamina la madre. Se van todos. Acaban sin embargo de contemplar, o mejor dicho de espiar, una muestra de Xil Buffone: "La creación del sol, la luna y las estrellas". No saben que lo que acaban de ver es conceptualmente complejo bajo su sencillez material. Es una serie de obras inspiradas en la cosmogonía mapuche y que tienen ecos del espacialismo de Lucio Fontana, como bien señala el poeta Darío Homs en su texto de catálogo.
Pintora además de escultora y realizadora de instalaciones con objetos, la artista plástica Xil Buffone (Bahía Blanca, 1966) investiga las posibilidades lumínicas del vidrio en términos visuales donde pone en juego sus conocimientos de la tradición barroca del color y el claroscuro. Además de sus intervenciones más netamente conceptualistas, como la que mostró en 2006 en la Segunda Semana del Arte, Buffone viene trabajando desde hace años con materiales que encarnan una paradoja: son frágiles, y cuando se los ha dañado pueden hacer mucho daño.
En el sitio web Bola de Nieve, Xil Buffone (quien adoptó el seudónimo Xil en honor a Xul Solar) relata su ars poetica: "Elegí el vidrio por su transparencia. Yo venía dibujando venas y aparatos circulatorios sobre objetos. El primero que se rompió accidentalmente fue una taza. Estalló. Todos los pedazos entraron en una pequeña bolsita de CD. ¡No puede ser que toda esta taza entre acá! Para comprobar que faltaban partes la rearmé... y estaban todas. Noté que cuando algo se rompe, inmediatamente se juntan los pedazos y se los tira. No se los quiere ver. Yo parto de ahí: los pongo sobre la mesa y veo, ¿qué hago con los pedazos de vidrio? Entonces los pegué, como un rompecabezas. ¿Por qué? Porque vi que las cosas no se rompen de cualquier modo. La rotura ramifica y circula con una lógica irreversible. Así nació la serie de objetos reconstruidos. Y el paso siguiente fueron los objetos desplegados: lamparitas, copas, jarras son como charcos de vidrio. La forma llevada al plano. La naturaleza del vidrio es brillar y romperse. ¿Y después?, romperse más y más hasta volver a ser arena... Entonces lo sigo rompiendo. El molido empieza a funcionar como cristal, como materia prima... otra cosa. Hice una serie de objetos molidos. Otros pedazos grandes los sumergí en agua. Ahora los ato: desplegué una botella verticalmente en una tanza".
Xil cuenta que para su obra "Por aquí no pasa nunca un alma pura", presentada en el Centro Cultural de España en Buenos Aires en noviembre de 2004, rompió 70 botellas. "Las lavo, envuelvo en papel, después en una bolsa, trapos... y después vas aprendiendo cómo golpearla, depende si querés que se rompa mucho o que queden pedazos más grandes, o más rectos... pegás con un martillo abajo, al costado, o arriba... acentuando o amortiguando el impacto... digamos, siempre hay un grado de azar. Tuve que desarrollar un método para lastimarme menos. Al principio andaba con tres curitas en los dedos, todo el tiempo... después anduve con dos y finalmente dejé de usar las curitas. Implicó organizar un método de trabajo."
Cuesta creerle (ante la duda, mejor no hacer esto en la propia casa) cuando dice: "Me digo: el vidrio no se clava en la carne, es la carne la que se incrusta en el vidrio. Entonces si uno controla su motricidad fina, es decir, la presión en el filo... no hay problema. Es un material para estar muy tranquilo, con una respiración constante y mucha concentración. Esto del vidrio es algo que hacés así en pequeño, sentado... la típica era estar atando vidrios, suena el riiing del teléfono y luego, al retornar venía el corte seguro. En pintura trabajás con todo el cuerpo, de cerca, de lejos, este tiempo preferí atar vidrios, y dibujar en tintas. Está bueno elegir vidrios para romperlos, ir al bazar y elegirlos por cómo van a quedar después."
Egresada de la carrera de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Rosario con una tesis dirigida por Mauro Machado y discípula dilecta del taller de Emilio Torti, Buffone nunca perdió contacto con la ciudad que fue su ámbito formativo en la plástica, donde vivió desde los 18 años hasta 1991. Su viaje de entonces a Italia, donde cursó estudios de posgrado en Roma, le permitió ver obras originales de maestros como el Caravaggio y Lucio Fontana. Aquel viaje fue una bisagra: de regreso en Argentina (siguiendo un consejo de Juan Pablo Renzi), migró a Buenos Aires.
En Rosario, Xil, quien por entonces firmaba con el nombre de su DNI, Silvina Buffone, participó en la exposiciones Tema: la vaca (1988) y Arte Rata (1989) junto con Aurelio García, Víctor Gómez, Raúl D'Amelio, César Baracca, Liliana Grinberg, María Elena Lucero y Pablo Bort, todos por entonces estudiantes de Bellas Artes. Volverían a reunirse para Carne de primera (2000) en el Museo Castagnino. En el invierno de 1989, en plena crisis terminal del gobierno de Alfonsín y con los tanques del estado de sitio menemista en la calle, García y Gómez prestaron el taller que compartían en los altos de la esquina de Tucumán y Paraguay para una reunión de unos treinta estudiantes de arte que fue la primera del que meses después se autodenominaría grupo Rozarte. Buffone, al igual que la gran mayoría de sus compañeros del grupo La Vaca y que esta cronista, era de la partida. Por más que queden lejos en el tiempo, cabe destacar estos orígenes, a los que Xil siempre ha retornado.
En 1990, en el Primer Encuentro Nacional de Artistas Plásticos en La Cumbre, Buffone, Baracca y García iniciaron un diálogo sobre temas estéticos con Juan Pablo Renzi, quien falleció en 1992. Seis años después, García y Buffone fueron co curadores junto con Eleonora Traficante de la muestra homenaje a Renzi en el Parque España. Hoy Buffone trabaja en el legado Renzi. También lo ha evocado a Renzi citándolo varias veces en su obra, pictórica o conceptual, precisamente a través del motivo de las estrellas, característico de su último período. Otro homenaje suyo es la "constelación Baldemar": en memoria de su amigo el artista rosarino Rubén Baldemar (m. 2005), dos jarras azules brillan en lo alto de la sala. Una de ellas está intacta.
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