Martes, 29 de noviembre de 2005 | Hoy
Según reveló el juez Pazos a Rosario/12 la mujer de la víctima, "reconoció algunos rasgos similares", pero aseguró que no era el joven que le disparó a quemarropa cuatro disparos a su esposo.
El juez de instrucción de la Cuarta Nominación Juan José Pazos ordenó ayer la libertad del único detenido por el asesinato de Diego Viassoli, el dueño del ciber de Rondeau al 300 asesinado a balazos la última semana frente a su esposa. El magistrado tomó la decisión luego que la esposa de la víctima no lo identificara en la rueda de reconocimiento realizada ayer en tribunales. El joven había sido señalado luego de un fotofit por su parecido físico con el autor del crimen.
El juez Pazos ordenó en horas del mediodía de ayer la libertad del único detenido presunto responsable del crimen del comerciante de bulevar Rondeau al 300. El magistrado determinó la libertad luego de someter al detenido, Ramón A., a una ronda de reconocimiento, de la cual fue protagonista la esposa de Diego Viassoli, Verónica. Según reveló Pazos a Rosario/12 la mujer, de 32 años, "reconoció algunos rasgos similares", pero aseguró que no era el joven que le disparó a quemarropa cuatro disparos a su esposo, el jueves pasado.
"El resultado del reconocimiento dio negativo y se ordenó la libertad , además de decretar la falta de mérito lo que no significa que quede desligado del proceso", aclaró el juez de la causa.
Según el magistrado "la mujer fue concreta y aseguró que no era ninguno de los que estaba en la rueda de reconocimiento, aunque dijo que justamente el sospechoso se parecía".
Pazos reconoció a Rosario/12 que el sospechoso "fue detenido por un fotofit". De igual manera aseguró que "si bien tenía algún antecedente no presentaba pedido de captura pendiente, por lo cual se lo liberó de inmediato".
Verónica se presentó ayer acompañada de su suegra -la madre de la víctima- y se mostró tranquila al momento del reconocimiento, aunque lloró rato después en el despacho del juez. "La mujer estuvo bien y no dudó en decirle que no era ninguno de los que estaban allí, en la rueda de reconocimiento", reveló el magistrado.
Según explicó Pazos "cuando se le tomó la declaración indagatoria no cerraba con este detenido, no daba el perfil del homicida quien sin duda tiene un desequilibrio importante para haber cometido este crimen". En este sentido explicó que se lo detuvo "por las características del fotofit tras lo cual se lo ubicó por informantes que contactaron los investigadores".
En cuanto al futuro de la investigación el juez aseguró que tiene "líneas de investigación que estamos trabajando con el jefe de Unidades Especiales Rodolfo Romero".
En cuanto al relato de los hechos en el expediente figura el testimonio de la mujer de la víctima, quien aseguró que "el sujeto ingresó al maxikiosko de Viassoli a comprar cigarrillos en una primera oportunidad, luego de lo cual salió a la vereda, dio una vuelta y regresó para repetir su compra para finalmente extraer el arma y revelar sus verdaderas intenciones". Luego llevó a Viassoli y su esposa a la parte de atrás del local donde después de hacerlos desnudar quiso manosear a la mujer, tras lo cual el marido reaccionó a trompadas. Allí se produce la pelea cuerpo a cuerpo que se definió con los cuatro disparos que recibió el dueño del comercio. En medio de la pelea la mujer aseguró haber arrojado una botella que impactó en la cabeza del asesino. El dato resultó de interés para los investigadores y sumó sospechas en contra del detenido que tenía una lesión en el cuero cabelludo, que analizado por un médico forense, resultó de antigua data.
Lo cierto es que el delincuente no pudo escapar rápidamente porque el matrimonio había colocado un portero eléctrico para habilitar la puerta de ingreso al local. Según aseguraron los pesquisas se sintió acorralado y zanjó el conflicto de la peor manera. Viassoli recibió cuatro disparos calibre 22: en la cabeza, el cuello, un brazo y una pierna del comerciante, que cayó muerto al lado de la puerta. Manchas de sangre en el piso y un impacto en el centro del vidrio de la puerta, quedaron como constancia de la lucha. En el forcejeo el ladrón perdió una campera azul.
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