Miércoles, 30 de noviembre de 2005 | Hoy
Para Juan Giani debe tener un perfil que lo diferencie de radicales y socialistas. Propone "vincular a lo mejor del peronismo con la centroizquierda con capacidad de gestión".
Por Horacio Vargas
Rosario/12 abre el debate sobre presente y futuro del centroizquierda en la provincia. El primer convocado es Juan Giani, ex concejal del Frepaso, actual subsecretario de Cultura de la Municipalidad de Rosario, licenciado en Filosofía, presidente del Frente Grande de Santa Fe e integrante del Frente Progresista. "En la provincia tenemos un futuro promisorio, el resultado electoral del 23 de octubre y la proyección de Binner y el triunfo rotundo de una figura política nueva en el escenario nacional como es la de Lifschitz deja el espacio para disputar seriamente la gobernación en el 2007. Lo que está pendiente en Santa Fe es cómo incorporar en la construcción futura de ese espacio a todo un conjunto de sectores políticos y sociales que hoy no estamos expresados ni en el Partido Socialista ni en la UCR, y que hemos hecho un aporte importante históricamente", remarca.
Para Giani "hay que abrir el diálogo con sectores importantes del justicialismo que se sienten identificados con la gestión presidencial pero están muy disconformes con el peronismo provincial, que sigue muy marcado por la impronta de Carlos Reutemann. A nivel nacional, el horizonte es un poco más complejo. La centroizquierda como política nacional está desarticulada, hay expresiones aisladas, pero que no tienen un punto de encuentro concreto. Una tarea a futuro sería cómo lograr vertebrar ese espacio progresista a nivel nacional, donde obviamente hay una discusión que interfiere: cómo vincularse con el gobierno de Kirchner, con ese peronismo progresista, por llamarlo de alguna forma. Nosotros concebimos ese vínculo de colaboración y no de oposición, pero de una identidad a construir. Colaborar no significa ser coptado por el Partido Justicialista".
"En el centroizquierda hay un permanente estado de sospecha respecto de todo lo que venga del PJ, eso no es bueno, es cierto que hay una fuerte presencia de resabios del menemismo, que se cambiaron la máscara, pero no se puede negar la realidad de que han ocurrido cosas que marcan que hay un peronismo con el cual se puede trabajar", apuntó.
"Con la llegada de Kirchner al gobierno -apuntó-, en Santa Fe empezaron a ver gestos de renovación dirigencial. María Eugenia Bielsa es una, no es justicialista, es una persona que tiene méritos, que ha logrado marcar un perfil diferencial al de otros, al igual que Agustín Rossi... marca una diferencia con otra dirigencia vieja del peronismo".
-¿Todo este intento de renovación cómo se canaliza en la política provincial?
-Ahí tiene que haber una actitud de inteligencia de parte nuestra, de apertura y convocatoria real. En rigor, la Argentina tiene que ir hacia una reconfiguración del sistema de partidos. Eso significa poder vincular a lo mejor del peronismo con la centroizquierda con alguna capacidad de gestión, mostrar alguna vocación de construir poder, una visión no testimonial de la política. No veo en esa actitud al ARI.
-El Frente Grande, el Partido Intransigente, han sido hasta aquí socios menores en el Frente Progresista. ¿Ustedes ahora están reclamando otro lugar?
-Lo diría así. Acá se ha consolidado en términos electorales un acuerdo entre el socialismo y los radicales. Eso no logra expresar al conjunto de los sectores sociales, políticos, que participamos de ese frente en la escala de lo que significamos. No vamos a ser soberbios... Somos partidos que hemos perdido fuerza en términos políticos, hemos hecho un aporte, menor al que hicimos en otro momento. Para incidir más hay que construir más, por eso es importante que este conjunto de sectores, muchos de los cuales tenemos una tradición cultural vinculada al peronismo, vertebremos una acción común, en base a coincidencias que estamos conversando. En la medida que logremos avanzar en esa dirección, es importante que tengamos mayor protagonismo en la decisión de las políticas.
-En lo personal y siendo subsecretario de Cultura de la ciudad, ¿cómo es su relación con Binner y Lifschitz?
-Buena. Nosotros tenemos una particularidad respecto al todo el resto: desde que nos fuimos del justicialismo estamos trabajando juntos con el socialismo desde hace 15 años, apoyamos a Cavallero intendente, y la fórmula MolinasBinner para la gobernación. Después fue el Frepaso... su crisis y seguimos. Más allá de que la relación haya tenido vaivenes, siempre hubo un piso de trabajo compartido. Es importante que el Frente Progresista tenga una tercera pata consistente, organizada, con un perfil que no es el del socialismo ni del radicalismo.
-¿Hay lugar para la izquierda en esta suerte de Frente Amplio?
-Yo vengo siguiendo el debate de la izquierda después de su mala elección. Hay sectores de la izquierda que obviamente tienen una visión por la cual es muy difícil establecer algún tipo de acuerdo... Pero hay sectores que están pensando en una visión menos sectaria, menos fundamentalista en términos ideológicos, más pensando cómo se gestiona el Estado aquí y ahora. Habrá que ver cómo evoluciona esa discusión.
-¿Le cierra el modelo de construcción política del Frente Amplio uruguayo para trasladar a la Argentina?
-No. Lo que interfiere la transmisión de modelos uruguayo, chileno, brasilero, es que son países que han tenido realidades y desarrollos de sus sistemas de partidos bastantes distintas al argentino. En la Argentina hay un fenómeno difícilmente asimilable a otro país de América Latina como es el peronismo y la capacidad de subyugar a variables ideológicas muy distintas. Eso dificulta una traslación mecánica. No es lo mismo opinar sobre una conducción de centroizquierda, como fue el Frepaso después del Pacto de Olivos, de una situación histórica más parecida a la que vivió el Frente Amplio: grandes partidos en crisis, una fuerza de centroizquierda que emerge desde allí. Hoy la realidad argentina cambió. Ya no hay un bipartidismo, el radicalismo está en crisis, el peronismo recicló su curioso neoliberalismo de la década de Menem. Es más interesante construir una centroizquierda con identidad propia que se nutra de las mejores vertientes de los grandes partidos. Ese es un modelo interesante en términos teóricos. Pero no se avanzó, es una expresión de deseos. Hoy tenemos un partido dominante que logra atraer a sectores progresistas, uno puede discutir cuán durable es en el tiempo. Yo veo a Kirchner en consolidar el poder interno del justicialismo y en convocar a figuras o sectores aisladamente. Pero después de dos años y medio de gobernar, hay una impronta, en líneas generales está haciendo las cosas más o menos bien. Es cierto, faltan cosas para corregir, la redistribución del ingreso, calidad institucional...
-¿Qué pasó con la transversabilidad?
-Era una idea interesante. Naufragó por que nunca llegó a vertebrarse lo transversal y porque Kirchner nunca estuvo convencido de apostar a eso. Siempre hemos pensado que la Argentina debe marchar hacia esto; el peronismo debe expurgar muchas de sus malas caras, el radicalismo salir de su lógica partidaria, y la centroizquierda y la izquierda desgorilarizarse un poco. Si uno quiere construir una mayoría popular tiene que tener vínculos con el peronismo.
-¿Binner tiene argumentos para liderar la franja de centroizquierda?
-Sí, claro. Eso está fuera de discusión. Aunque la centroizquierda no ha construido una figura superadora o igual a la de Chacho Alvarez.
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