Un apartado del mensaje pronunciado por el intendente desató ayer la ira opositora en el Concejo. Cuando el jefe comunal anunció que recién hoy iba a ingresar al Palacio Vasallo el Plan Director, que los ediles venían reclamando desde el año pasado, los referentes del arco opositor empezaron a pergeñar, lo que horas más tarde se convertiría en un verdadero golpe de efecto. Justo en el momento que el oficialismo se aprestaba a sancionar el polémico Código Urbano, la totalidad de los concejales de la oposición se retiró de la sala de sesiones, dejando solos en el recinto a los ediles socialistas. Un hecho pocas veces visto en la historia legislativa de la ciudad. Finalmente, con el voto de los 12 integrantes del bloque oficial la norma fue sancionada.

La relación entre el socialismo y las bancadas opositoras en el Concejo se había recalentado la semana pasada cuando se discutió la prórroga a las concesiones de recolección de residuos y del sistema de estacionamiento medido. La oposición cuestionó la legalidad de esas decisiones y fustigó el funcionamiento de la "mayoría automática".

El reordenamiento urbanístico se venía discutiendo desde hacía meses en el cuerpo y prometía un acalorado debate en el recinto. El lunes el proyecto de la intendencia había obtenido el aval de la Comisión de Planeamiento. Un día después, en un trámite más que veloz ocurrió lo mismo en Gobierno. Allí los ediles de la oposición se enfurecieron, argumentando que no hubo lugar para intercambiar ideas.

Se sabía de antemano que la iniciativa se iba aprobar con el voto de la mayoría socialista. Pero el discurso de Lifschitz (ver página 3) terminó por crispar aún más los ánimos. El jefe comunal anunció que hoy iba a llegar al Palacio Vasallo el Plan Director de la ciudad, regulador de los usos urbanísticos de cada una de las zonas de Rosario. Una norma marco, por encima en términos de jerarquía del Código Urbano ayer aprobado.

"El intendente nos ningunea, hace meses que le venimos pidiendo este proyecto y ahora dice que recién mañana (por hoy) lo va a enviar, es una falta de respeto", se quejó a viva voz el titular del bloque justicialista, Arturo Gandolla. De inmediato la oposición empezó a analizar la estrategia política a implementar para hacer sentir su descontento. La opción inicial fue no bajar al recinto, hipótesis que pronto fue dejada de lado al constatar que estaba la totalidad del bloque oficial lo que garantizaba el quórum necesario para sesionar.

En los pasillos del Concejo, el presidente del cuerpo, Miguel Zamarini y el máximo referente del bloque socialista, Manuel Sciuto buscaban consensuar con la oposición los términos de una sesión más apaciguada.

No lo lograron. Con Gandolla como principal impulsor, los ediles de la oposición acordaron ir al recinto, dar el debate pero levantarse al momento de la votación. Un golpe de efecto para la foto.

Tras casi dos horas de debate, que incluyeron escenas de histrionismo como hacía tiempo no se veía en el recinto, Gandolla oficializó la decisión de abandonar el recinto. Previamente la radical Daniela León había pedido permiso para abandonar la sesión. Fue la única.

"Se está violando el artículo 133 del reglamento que obliga a los concejales a pedir permiso para retirarse", denunció el socialista Aldo Gómez. El edil mostró a Rosario/12 el artículo en cuestión que sanciona a los infractores con el descuento del 10 por ciento de la dieta. Gómez no descartó que el oficialismo exija su aplicación. "Acá no hay mayoría automática, hay una mayoría democrática elegida por el voto popular que algunos concejales no quieren respetar", afirmó.

Con los 12 votos del PS se aprobó la polémica iniciativa que fija nuevos topes para futuras construcciones (aunque con excepciones) y áreas de preservación arquitectónica.