El flamante Sindicato de Control de Admisión y Prevención de la provincia de Santa Fe, que nuclea a los patovicas de boliches bailables, pubs, restobares y cabarets, hizo su conferencia de prensa inaugural. Sus representantes aprovecharon la ocasión para asegurar que la mayoría de los comercios "no respetan la capacidad límite de los locales nocturnos, llamada factor ocupacional, ni la proporción de personal de seguridad para esos números". La agrupación nuclea a los empleados que prestan servicio de guardia de seguridad, dentro y fuera de los locales, sin pertenecer a ninguna agencia, y que trabajan "en negro". El secretario adjunto del gremio, Silvio Alarcón, apuntó a que "la lucha, de ahora en más, será por mejores condiciones de trabajo para los afiliados, porque ellos también son trabajadores; pero, de la misma manera, se bregará por la seguridad en los locales".

En ese contexto, según indicó el dirigente, son varias las falencias que pueden detectarse en la seguridad de los locales nocturnos. Y enumeró: "La mala disposición de los equipos matafuegos, que no están al alcance de la gente; la falta de detectores de metales; las salidas de emergencia y la identificación de las mismas no son las adecuadas, así como la falta de medidas de seguridad en lugares en los que, por ejemplo, los chicos bailan en las terrazas sin que éstas estén aseguradas para soportar el peso". Los empleados tampoco cuentan con herramientas elementales, como los handies; "dentro y fuera de los lugares están prácticamente incomunicados unos con otros".

Por otra parte, y en cuanto a las condiciones de trabajo de los patovicas, Alarcón señaló: "Lo primero que pedimos es que los compañeros estén anotados como corresponde, porque trabajan los fines de semana, y cobran por noche". Muchos de ellos son jóvenes estudiantes de entre 21 y 29 años, que trabajan para pagarse la carrera. Entre los reclamos, además, solicitan la presencia de mujeres, para asistir a las chicas que van a bailar y sufren accidentes o se exceden con las bebidas alcohólicas. "Los hombres a veces no podemos asistirlas, porque estas situaciones ocurren casi siempre dentro del baño de mujeres".

En otro orden de las cosas, Alarcón hizo referencia a la capacitación en primeros auxilios. Al respecto, indicó: "Más allá de los cursos que hacemos, cuando los llevamos a la práctica, no es como en la teoría; porque en la mayoría de los lugares hace falta material para socorrer a los jóvenes". Además, apuntó a que, desde el sindicato, se realizarán más capacitaciones, "porque es muy importante saber cómo actuar ante los inconvenientes que pueden sucederse".

Sobre el exceso de los límites de capacidad permitidos, el dirigente ejemplificó: "En un boliche como Madame, por ejemplo, ingresan mil personas, y la ley dice que la presencia de patovicas debe ser proporcional a la cantidad de gente, y eso no es respetado. Estamos hablando de que debería haber unos 30 hombres de seguridad para esas mil personas; y eso no es así. Y ni hablar en los recitales".

En cuanto a las condiciones de trabajo, Alarcón ejemplificó que los trabajadores "no tienen ningún respaldo ante un accidente. En muchas ocasiones, hay compañeros que han sufrido accidentes en el lugar de trabajo y nadie se hace responsable por ellos, ni del trabajador ni del dinero para cubrir los gastos medicinales. En ocasiones, hemos hecho colectas entre todos para ayudarlos".

Acerca de los pasos a dar por este sindicato, el dirigente manifestó: "De ahora en más vamos a comenzar a pedir reuniones con autoridades municipales y provinciales. Si bien hemos tenido charlas con algunos responsables, ninguna fue oficial; porque primero queríamos lanzar el sindicato y con ese aval, empezar a trabajar".

El sindicato de Control de Admisión y Prevención fue presentado oficialmente anteayer, con conferencia de prensa en el Sindicato del Seguro (Mitre al 800) y festejo con batucada en la calle. Sus autoridades son Enzo Navas, secretario general, y Alarcón, adjunto. Según indicó el dirigente, el gremio cuenta hasta el momento con unos mil afiliados en Rosario y otros cientos que viven en lugares como Reconquista y Casilda.

Informe: Lorena Panzerini