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Miércoles, 8 de septiembre de 2010

CIUDAD › SECUESTRO, TORTURA Y ASESINATO DEL ESPOSO DE MARTA BERTOLINO

"Lo torturaron hasta matarlo"

Ambios fueron torturados en el Servicio de Informaciones que manejaba Lofiego. Bertolino recordaba los gritos de su esposo desde una sala contigua: "Le escuché decir que se estaba muriendo y después no volví a oírlo". Hoy Manzur está desaparecido.

 Por José Maggi

La causa Díaz Bessone tuvo ayer su segunda jornada en la semana: durante toda el día se leyó la querella presentada por Marta Bertolino, por el secuestro, tortura y asesinato de su esposo Oscar Manzur, que es a la vez el relato de su propio secuestro y tortura. Bertolino denunció ante Rosario/12 al ex juez federal Guillermo Tschopp, por haber creído en la versión oficial sobre la fuga de Manzur, a su defensora oficial (y actual camarista federal) Laura Inés Cosidoy "por aconsejarme que no denunciara las torturas".

"Siempre es muy doloroso escuchar de nuevo las propias palabras, con todos los detalles de cómo fuimos secuestrados por el Ejército y la Patota de Feced, cómo fuimos torturados en el Servicio de Informaciones, salvajemente, yo en un estado de embarazo muy avanzado, y a su vez cómo Oscar sufrió como torturas suplementarias, las torturas que me infringían a mi, y a su hija por nacer", recordó Bertolino a Rosario/12. Justamente Alejandra Manzur, hija de ambos estuvo presente en la audiencia. Por el caso Manzur están procesados Ramón Genaro Díaz Bessone y José Rubén Lofiego.

Oscar Manzur era delegado gremial de los trabajadores del Sanatorio Británico, donde se desempeñaba como técnico en hemoterapia. Había sido también candidato a secretario general del gremio de la Sanidad por una lista opositora a la oficialista en las elecciones realizadas en 1975. El mismo día del golpe fueron a detenerlo en su lugar de trabajo. Como era su día franco no lo encontraron, pero ya no pudo volver a trabajar. Finalmente fue secuestrado el 10 de agosto de 1976 del departamento de calle España 344 de Rosario, junto con su esposa, que en ese momento estaba embarazada de 8 meses y fue llevado al Servicio de Informaciones de la Jefatura de Policía donde lo torturaron al mismo tiempo que torturaban a su mujer.

Del relato de Bertolino surge que escuchó los gritos de su esposo, que desde una sala contigua lo escuchó decir que se estaba muriendo y que después no volvió a oírlo y tampoco volvió a saber nada de él.

La misma Bertolino dijo: "Permaneció siempre desaparecido y los informes policiales dirán con un cinismo impune que 'se escapó, que nunca pudieron detenerlo'". Aunque "hay varios testigos que dan cuenta que Oscar estuvo en el Servicio de Informaciones y fue salvajemente torturado en ese lugar", según remarcaron sus abogadas patrocinantes Daniela Asinari y Jessica Pellegrini.

En su relato Bertolino, recordó un episodio más que particular: "En una ocasión el Pollo José Baravalle (un colaborador que se suicidó en Italia hace dos años) vino a ofrecerme mi salvación si colaboraba brindando nombres y domicilios de mis compañeros. Y también me pidió que brindara una conferencia de prensa televisiva como jefa montonera en el que debía llamar a los jóvenes a ayudar a los militares en el Proceso de Reorganización Nacional. Ese ofrecimiento me lo hizo el Pollo en persona y la contrapartida era un pasaporte al extranjero y la salida inmediata del país para salvar la vida de mi hija. También hubo un comandante, que fue presentado en esos términos, quien me alertó sobre las torturas que iba a padecer, tras lo cual me ofreció llevarme a un hospital y legalizarme como presa si daba ciertas informaciones que suponía que tenía. Y finalmente me encontré con un juez federal como Guillermo Tschopp, ante quien denuncié mi secuestro y el de mi marido, pero nunca figuré en el expediente, ya que tomó el relato policial que decía que Oscar se había fugado. Supongo que cuando termine esta causa y quede probado que a mi esposo lo torturaron hasta matarlo, alguien le preguntara a este juez jubilado algo al respecto".

Marta recordó otro capítulo de su detención -que este diario publicó hace varios años- cuando su defensora oficial Laura Inés Cosidoy se presentó para aconsejarle que "sobre los hecho acontecidos a mi marido no dijera nada, porque no me convenía. La doctora Cosidoy me aconsejó también que no dijera nada sobre mis torturas, porque tampoco me convenía. De resultas de las entrevistas mi familia resolvió ponerme un abogado particular, que fue Oscar Borgonovo".

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"Siempre es muy doloroso escuchar de nuevo las propias palabras", dijo Marta Bertolino.
 
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