Sábado, 18 de diciembre de 2010 | Hoy
CIUDAD › LAS VOCES DE LAS MADRES
* Herminia Severini, Madre : "Estoy sorprendida de tener una foto mía en este Museo con las que cosas que he dicho y sigo diciendo (se refiere a la muestra "Más que nunca" de Héctor Río, Matías Sarlo y Leo Vincenti).
El Museo me parece genial y buenísimo. Fue un esfuerzo lograrlo, ahora hay que sostenerlo. Esto lo logramos por los escraches que fueron fundamentales. Ahora, hoy hay muchos que vienen por la foto y que tiene la obligación de tomar las banderas".
* Norma Vermeulen, madre de Plaza 25 de Mayo. "Hace mucho tiempo que se hablaba del Museo, desde la inquietud que tuvieron los concejales Daniel Luna y Roberto Bereciartúa, asi que no tenía mucha esperanza que se hiciera realidad. Pero ahora cuando lo veo, un lugar donde se daban órdenes para matar, hoy convertido en un lugar de la memoria y de la vida, realmente me emociona".
* Matilde Toniolli, madre de Plaza 25 de Mayo. "Es hermoso el Museo, está todo muy bien. Yo no he venido antes, porque el que venía al Comando del Segundo Cuerpo era mi esposo Fidel, y cuando volvía decía:
'siempre dicen los mismo estos hijos de puta'", en referencia a las respuestas que le daban las autoridades militares.
* Nelly Huarque, Madre: "Cada vez que he tenido que venir aquí en tiempos de la dictadura nunca me daban información, siempre me humillaban. Este Museo era una necesidad".
* Federico Pagura, obispo metodista: "Es muy importante haber llegado a esta inauguración. Yo lo viva desde el mismo día en que Bereciartúa y Luna tuvieron ese sueño de hacer esa ordenanza, y de los que los apoyaron, y después cuando fuimos designados como Junta Directiva debimos desarrollar esta idea. Hubo muchos obstáculos, y muchos que nos decían que no íbamos a llegar a este punto, y sin embargo aquí estamos. Para mi significa no solo hacer memoria del pasado sino seguir construyendo memoria".
* Rubén Chababo, director del Museo de la Memoria: "Siento que este es un Museo en construcción y me siento satisfecho porque aquí está el anhelo de quienes pelearon porque esté, familiares, víctimas y organismos de derechos humanos. Este Museo no es mío, no voy a tomarlo como palacio de invierno. Hoy puedo decir que el debate está abierto. No tengo ningún sabor amargo en todo este proceso. Lo único que puedo decir es que los comienzos de mi gestión en el Museo fueron muy difíciles. Yo no soy un luchador, no soy un defensor de los derechos humanos, yo soy un gestor cultural, yo pongo ideas. Y creo que aquí hubo mucha generosidad de todos y sobre todo el compromiso del Ejecutivo: Miguel Lifschtiz cumplió su palabra".
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