Lunes, 24 de marzo de 2014 | Hoy
CIUDAD › EL LADO FUNESTO DE LOS EVENTOS NO AUTORIZADOS EN LA CIUDAD JARDíN
Vecinos del ex centro clandestino de detención que funcionó en la dictadura cuentan que allí se realizan bailes. No es sólo el ruido. El lugar está declarado como Sitio de Memoria.
Por Pablo Fornero
La Quinta de Funes, reconocido centro clandestino de detención durante la última dictadura cívico militar, es utilizada hoy para la organización de fiestas privadas. Vecinos de la finca denuncian que se abona una entrada de 150 pesos y se disponen "patovicas en la puerta, barra de tragos y música muy fuerte". Además, la movida genera la presencia de un "sinnúmero de autos" en el barrio. No es la primera vez que se lleva adelante este tipo de eventos en la propiedad ubicada sobre la Ruta 9, a la altura de la Garita 12. No se respetan los controles municipales, la Central de Operaciones de Emergencias (COE) apacigua por unos minutos la actividad, pero rápidamente regresan los ruidos con mucha más fuerza en el mismo lugar donde hace 36 años imperaba el horror.
La Quinta operó como centro clandestino entre los años 1977 y 1978. Ocupa alrededor de dos manzanas y, como describió el escritor Miguel Bonasso en su libro Recuerdos de la muerte, contiene una casa principal "de construcción sombría, con ladrillos adornados por piedras, con techos a dos aguas de pizarras rojas". Completan el predio un garaje bastante amplio, una piscina y el parque, extenso. Allí se perpetró uno de los escenarios del terrorismo de Estado y hoy, en lo que es un "Sitio de la Memoria", declarado por el Concejo, se realizan festejos ilegales, sin autorización municipal.
Cuenta Nicolás, vecino de la garita 12, que el pasado fin de semana se realizó una fiesta "con una entrada de 150 pesos, patovicas en la puerta, barra de tragos y música muy fuerte". El movimiento generó, a su vez, la presencia de un "sinnúmero de autos" en el barrio, que saturaron las colectoras de la Ruta 9. "Hasta las seis de la mañana hubo música a todo volume. No es la primera vez que organizan fiestas en la Quinta, pero esta fue la gota que colmó el vaso", agregó.
Los vecinos realizaron las denuncias correspondientes. "En la COE nos dijeron que fueron tres veces, consiguieron que bajaran la música, pero cuando se fueron volvieron a subir el volumen", narró Nicolás. Con los dueños nunca hablaron: "Es imposible el acceso a la casa", explicó. En ese sentido, reveló que continuaron con denuncias policiales.
Los portadores del reclamo se encontraron en la seccional 23E con trabas dilatorias para efectuar la denuncia. "Nos costó mucho, fuimos un lunes y nos dijeron que mejor vayamos otro día, recién el miércoles, tras más de una hora de espera nos la tomaron", describió Luciana, pareja de Nicolás.
El secretario de Gobierno y Reforma del Estado funense, Gonzalo Miranda Aguiar, aseguró que los dueños de la propiedad fueron multados a raíz de la fiesta, "tal como lo establece la ordenanza de prohibición de eventos de este tipo en casas privadas". El funcionario reconoció que "se trata de una casa que tiene un valor simbólico para todas aquellas personas que tenemos algún compromiso con la democracia", aunque "se procede como se procede con el resto de los domicilios que hacen esto". En primer lugar, agentes municipales intentan dialogar con los organizadores para pedir la finalización del evento y luego se les avisa que deberán afrontar una multa, que en este caso, ascendería a 500 litros de nafta súper.
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