Miércoles, 9 de septiembre de 2015 | Hoy
CIUDAD › INTENTO DE ENTRADERA EN UNA VIVIENDA EN BARRIO BELLA VISTA
Con una pistola calibre 380, el hombre enfrentó a los intrusos y los hizo retroceder. Uno de ellos, alcanzó a montar la moto y procurar escapar, pero cayó muerto a escasos metros de la vivienda. El propietario abandonó la casa y desapareció.
Un asaltante murió y su cómplice escapó herido como desenlace de la robo en modalidad entradera que intentaron ayer a la tarde sobre una vivienda en barrio Bella Vista, cuyo dueño los enfrentó a balazos. Luego del enfrentamiento, el hombre abandonó la casa y desapareció. Anoche, desde su entorno habían avisado a la Fiscalía Regional que se había contactado con un abogado y que se entregaría en las próximas horas. Su esposa también abandonó la vivienda, temerosa de sufrir represalias por el delincuente ultimado. Todo sucedió en jurisdicción a la vuelta de la casa de la abuela del futbolista Maximiliano Rodríguez, que en la madrugada de ayer su fachada fue atacada a balazos, y a cinco cuadras de donde hace quince días fue asesinado el arquitecto Sandro Procopio, también en un intento de robo, y de la esquina donde el custodio de un establecimiento avícola resistió con disparos cruzados en plena calle el asalto de un empleado.
Hasta las cinco de la tarde de ayer, la esquina de Viamonte y Cafferata lucía el trajín habitual de un barrio en el que conviven casas de una planta y comercios chicos, pero con personas acobardadas por hechos delictivos cotidianos, y algunos resonantes como los referidos. Vecinos en alerta y con códigos comunes de precauciones, como avisa el pasacalle instalado a cien metros de donde asesinaron a Procopio. Hasta que dos muchachos llegaron en una moto tipo scooter hasta una de esas viviendas en cuyo fondo funciona un pequeño taller de calzados. Los empleados habían salido un rato antes cuando arribaron los desconocidos. Mientras tanto, a la vuelta, por Iriondo al 2300, vigilaba una patrulla policial la casa de la abuela de Maxi Rodríguez.
El dueño de casa -un hombre de 60 años- estaba entre su auto y la puerta de su casa cuando presintió que los recién llegados tenían intenciones de robo e hizo uso de esas precauciones que más de uno adoptó en el barrio. Con una pistola calibre 380 enfrentó a los intrusos y los hizo retroceder. Uno de ellos, alcanzó a montar la moto y procurar escapar, pero cayó a escasos metros de la vivienda, en el pavimento y junto al cordón de la vereda, enredadas sus piernas en su vehículo caído. Murió allí mismo. El fiscal Miguel Moreno contó luego que el muchacho había recibido dos balazos.
Al cierre de esta edición, el cuerpo del asaltante había sido trasladado a la morgue del Instituto Médico Legal. Puesto que carecía de documentación personal, se ignoraba su identidad, aunque desde la policía alguien dijo que tenía pedido de captura. Tampoco se informó si el joven tenía un arma consigo.
El cómplice se alejó de la escena y, según vecinos, lo hizo malherido. Habría sido capturado y alojado en la seccional 13ª, distante a cuatro cuadras de allí.
Poco después de la balacera y con el cadáver del motociclista aún sobre el pavimento, arribó una pareja en otra moto, con intenciones de auxiliar al joven ultimado. Los primeros policías que ya estaban en el lugar lo apresaron, secuestraron la moto y liberaron a la mujer. Según el fiscal Moreno, este tercer involucrado no habría tenido participación en el intento de robo, pero sí en otro anterior.
Los agentes de la Policía de Investigaciones y de Criminalística recolectaron vainas servidas de pistola 380, y también del interior de la vivienda, una escopeta y cartuchos de municiones.
En derredor, los vecinos oscilaban entre murmullos de espanto y quejas por el acoso delictivo. "Mirá como trabajamos acá", refirió un mecánico al señalar el portón cerrado de su taller. "Una bala entró por mi ventana, podría habernos matado", se asustó una vecina en la cuadra. Y todos recordaron el crimen de Procopio en Cerrito al 3700, el tiroteo en La Paz y Castellanos, una entradera en Cerrito al 3200 en los que hubo robo de dinero y siete pistolas a una familia, y otro asalto similar, con paliza incluida al dueño de casa, en Cerrito al 3900.
"Cada noche que llego a casa hacemos una ceremonia con mi mujer y mi hijo para entrar el auto y vigilar. Hace 30 años que vivimos en el barrio y nunca estuvimos así", contó un vecino. Cerca de allí, la esposa y las hijas del hombre que repelió el robo se apuraban en pernoctar lejos de allí.
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