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El fin de semana pasado, el actor, maquillador y director teatral rosarino Santiago Buzzi fue brutalmente asesinado en su propio departamento, sin que hasta el momento se sepa la identidad del autor de esta aberrante acción que tuvo una respuesta directa por parte de sus familiares y amigos.

Se realizó una Marcha de Silencio donde se volvió a mencionar el tema de la inseguridad y se pidió justicia por Santiago. Lamentablemente muy pocos integrantes de lo que alguna vez consideré como "comunidad teatral rosarina", se hallaban presente.

A lo largo de la caravana que partió desde Mitre y Mendoza, donde funcionaba la Sala Vivencias, pude ver algunas pocas caras conocidas, actrices, actores, alumnos, casi todos ligados a la trayectoria de Santiago Buzzi ya sea por compartir alguna acontecimiento ligado al ámbito teatral.

Mientras alguien gritaba su nombre y pedía justicia, pensaba en silencio en el tema de la ausencia de los pares, la ausencia de una cantidad importante de personas que hace años se dedican en Rosario a dar clases, a tomar clases, a dirigir, a crear grupos teatrales, a compartir una pasión, más allá de las diferencias estéticas y hasta ideológicas.

Cuando arribábamos a la puerta de la casa de Buzzi, recordé que alguien alguna vez me preguntó: "¿A qué te referís cuando hablas de comunidad teatral local?". Quizás ahora esa interrogación cobre un sentido más lúgubre y ya no pueda contestar con la misma claridad con la que lo hice en aquella oportunidad.