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Martes, 30 de enero de 2007

CIUDAD › BALEO A FAMILIARES Y A UN TRANSEUNTE Y SE SUICIDO

Final de un comisario bravo

Había adquirido fama de duro y en su carrera fue acusado de
apremios ilegales. En la tarde de ayer primero arremetió a los
tiros contra su esposa y su hija y después se suicidó en el dormitorio.

 Por Leo Ricciardino

El comisario Francisco Gambacurta, de 57 años, se quitó ayer la vida con su arma reglamentaria en su casa de Urquiza 2960. Minutos antes, y luego de una fuerte discusión familiar, el policía cargó su automática y les disparó en plena calle a su esposa Diana Taborda y a su hija Bianca. La primera fue alcanzada por dos balazos en los muslos, mientras que la joven recibió un impacto en la espalda. El tiroteo, pasadas las 17.30 de ayer, alcanzó también a Carlos Olmos, de 63 años, que esperaba el colectivo en la esquina de Urquiza y Suipacha, a metros del hospital Centenario. Precisamente a ese nosocomio fueron trasladados los heridos que se encuentran fuera de peligro. Gambacurta regresó inmediatamente a la casa y se descerrajó un tiro en su dormitorio.

"Se escucharon por lo menos seis disparos", contó una vecina lindera apenas comenzaron a llegar los patrulleros. Incluso, en un primer momento se especuló con la posibilidad de que el policía estuviera atrincherado en su domicilio luego de haber baleado a su esposa e hija. Por eso, llegaron de inmediato hasta el lugar ex policías que conocían muy bien a Gambacurta y tenían estrecha relación con él. Así se pudo ver a los ex jefes de Policía de Rosario, Mariano Savia y Benedicto Mattía, entre otros antiguos miembros de la fuerza.

La policía demoró su ingreso hasta la llegada del juez de Instrucción 11º, Hernán Postma. La ambulancia del Sies y los chalecos protectores que utilizaban los uniformados hacían prever que Gambacurta podía estar vivo, armado y en medio de una crisis nerviosa que lo convertía en peligroso.

Finalmente, el portón de Urquiza 2960 fue abierto por la policía pasadas las 19.30. Un grupo de uniformados con las armas en la mano hizo una rápida inspección por la casa, mientras que otros sacaban por el garage -donde había estacionado un Fiat Siena- un lavarropas que comenzó a ser revisado en plena calle. Un momento de tensión y el personal de urgencias médicas del Sies que ingresó al domicilio a la carrera hacían prever que el comisario podía estar herido. Pero no era así, Gambacurta yacía tirado en su cama matrimonial en medio de una gran mancha de sangre: se había disparado él mismo en su dormitorio.

Después el subjefe de Unidad Regional II de Policía, a cargo del operativo, comisario Ricardo Ruiz, explicaría el tema del lavarropas. "La mujer alcanzó a decirnos que en el tambor del aparato, entre la ropa, había un arma automática. Efectivamente, era una calibre 40 propiedad del policía, pero ese arma no fue disparada", aclaró el jefe policial.

Ruiz señaló que "después de tomar las medidas de precaución del caso, ingresamos al domicilio y lo encontramos sin vida con signos de rigidez, es decir que se quitó la vida luego del hecho", dijo en referencia a la balacera ocurrida por lo menos dos horas antes.

La conmoción en el barrio podía palparse. Varios patrulleros desplegaron cintas de protección y cerraron el acceso a la cuadra a la altura del 2900 de calle Urquiza. Los vecinos comenzaron a hablar con los periodistas para narrar lo que habían escuchado: Además de las seis detonaciones del arma de Gambacurta, "una fuerte discusión a los gritos en su casa", dijo una mujer que vive enfrente, mientras otra corroboraba que "él tenía una muy mala relación con las dos, su esposa y su hija, pero sobre todo con su hija, con la que discutía permanentemente", agregó la vecina. Tampoco faltó la versión de una enfermedad terminal que aparentemente afectaba desde hacía tiempo a Gambacurta.

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El subjefe Ruiz golpea la persiana esperando respuestas. El policía podía estar vivo y atrincherado en su casa.
Imagen: Sebastián Granata
 
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