La XII Feria de Ciencias y Tecnología de la provincia de Santa Fe que se hizo en la ex Sociedad Rural estuvo preparada para mostrar. De eso se trató la iniciativa y si bien se exhibía la producción, o la iniciativa, los protagonistas, quienes habían puesto tanto empeño, no eran menos importantes.

La revista de Santa Lucía "Dámela a mí, tomá la voz" también tiene sus hacedores y quienes estuvieron en Bulevar Oroño, muy cerca de 27 de Febrero, fueron sólo voceros, representantes, para poder contar lo que los moviliza. No fue bueno, entonces, hablar de F.G. de 15 años y de M.N., de 14, y no fotografiar sus rostros. El acuerdo llegó de inmediato, de lo contrario quedarían muy expuestos, porque en el relato hablan de las que son situaciones comunes en Santa Lucía -la relación entre exclusión, adicciones y con bastante frecuencia incursiones en el delito-, aunque, como luego lo harán sus compañeros de curso, intentan, situarse fuera del circuito. Sobre todo lo hace el varón, F. El es muy expresivo, tiene ganas de hablar, es bastante alto y delgado, tiene ojos oscuros e inquietos y sobre todo quiere que lo escuchen.

Su historia personal puede no ser muy distinta a la media común del lugar en donde la vida se desarrolla sin organización en torno a la cotidianeidad laboral. Por el contrario, después explicarán que son muy pocos los padres, hombres, con empleo o que realizan un trabajo sistemático por el que reciben un pago. Son muchas las mujeres cabezas de familia que tampoco tienen trabajo y en algunos casos viven de un plan social.

F. contó a Rosario/12 que va a la escuela, trabaja, a veces como albañil o en variadas changas que le encarga alguien de la zona ﷓"Nadie más trabaja en mi casa...Que vivimos en la misma vivienda somos tres hermanos, uno recién nacido, otro de 12 y yo. Y mi padrastro que es adicto". Los casos que refieren los chicos y también la psicopedagoga Dora Rodríguez muestran que en casi todos los grupos familiares hay un padre, un hermano, o un integrante del grupo familiar que es adicto.

"La consumición es por demás...algunos dicen yo dejé, no me drogo, no robo, pero lo siguen haciendo. A mí fue un chico más chico el que me hizo pensar y dejé hace como 15 días.". F. quiere situarse fuera de la problemática, responde con rapidez pero ya transitó por casi todos los caminos que recorren el resto de los chicos, entre ellos cuando se cansan de las situaciones familiares que los agobian arman algún 'ranchito' en medio de la plaza del barrio. "A veces los recuerdos hacen mucho mal, angustian y se busca alivio. Si estuviéramos entretenidos o hiciéramos deporte a lo mejor no nos pasaría esto. A mí la profe me invitó para que fuera a clases de breakdance, pero por ahí me siento triste y no voy".

El trabajo que los alumnos de Santa Lucía presentaron en la feria y que incluye el relato de la reunión de las pocas instituciones que hay en el barrio, de alumnos y padres, en busca de alternativas para la prevención de las adicciones, fue evaluado por el jurado que destacó "el compromiso con la comunidad de alumnos y docentes" y por otra parte "la defensa que hicieron los expositores sobre ese trabajo".

-¿Y qué pasa con las chicas y las situaciones de violencia? preguntó este diario a M.S.

-A las chicas les gustan los chicos que se drogan y que roban, son 'guachitos más piolas'. (Ella como en todos los casos de quienes hablaron está fuera de la situación). En nuestra edad no es tanta la violencia física, es más psicológica. Me parece que el maltrato físico se da entre los más grandes.