Lunes, 21 de junio de 2010 | Hoy
CIUDAD › LA CLAVE FUE PARTICIPAR
Por Pablo Fornero
Con banderas, banderines, gorros, camisetas con un "Messi" en la espalda y hasta con caretas del Hombre Araña. No se había lanzado una consigna, pero un porcentaje importante del público que se acercó al Monumento a la Bandera lo hizo con los colores celeste y blanco. La primera vez que la presidenta comanda el acto del 20 de junio en la ciudad sirvió para aglutinar a las familias. El clima, fresco en las primeras horas pero caluroso cerca del mediodía, posibilitó que desde temprano el Parque a la Bandera se fuera poblando de personas con ganas de celebrar. El fin de semana largo valió también para que familias enteras de todo el país visiten Rosario. Así, Neuquén, Mendoza, Entre Ríos, Córdoba, Buenos Aires estuvieron representadas. Las tribunas tubulares colocadas a los costados del palco central estuvieron colmadas. Llegados a pie o en vehículos y colectivos (aprovechando el transporte gratuito), las columnas fueron apostándose tras el vallado que se dispuso sobre Avenida Belgrano. Los que llegaban más tarde debían conformarse con ubicarse en las escalinatas del Monumento. Con insistencia, los hijos les pedían "cocollito" a sus padres.
Fue un acto de la militancia, también. Con sus pancartas, los grupos kirchneristas coparon la segunda fila detrás del vallado. "Cristina, un lujo argentino" y "Ni por el chori ni por la coca, por Cristina", se leía en carteles hechos a mano. "Bienvenida señora presidenta, en las buenas y malas junto a vos", rezaba otro, con la firma "K 2011". Este sector del público silbó a Binner y se retiró cuando la mandataria nacional culminó su discurso.
Como todos los años, el paso de los ex combatientes de Malvinas fue acompañado por un interminable aplauso. Por el desfile marcharon varias entidades de ex soldados agrupados en delegaciones de todo el país. Con banderas, algunos de ellos se quejaron: "Basta de falsos ex combatientes". Detrás de las vallas, otros se quejaban por su condición de "Veteranos no reconocidos de Santa Fe".
El paso de la bandera más larga del mundo unió a todos. Chicos, jóvenes y adultos querían portarla. Incluso la presidenta se animó a descender del palco y junto al gobernador marcharon unos metros con la celeste y blanca. Fue en ese momento cuando, tras el caos que provocó la movilización de Cristina, muchas personas lograron ingresar al "corralito" anterior al palco. Desde allí, vitoreaban a la presidenta y le arrojaban remeras, banderas, cartas. Todo valía con tal de llamar la atención de la mandataria. Como tres jóvenes de Carcarañá que no se iban hasta tanto consiguieran que Cristina los mirara y saludara. "Dale presidenta, antes de las 4 que se nos va el bondi", pedía una morocha de pelo largo.
Los puesteros también tuvieron su día. Churros, pastelitos, garrapiñada, súper panchos, empanadas, gaseosas figuraron en el ecléctico mapa comestible del acto. Fiebre mundialista mediante, las camisetas de la selección, banderas y vuvuzelas se comercializaban a los costados del palco. Julio, un vendedor de banderas, contemplaba un buen día de trabajo y lo celebraba junto a sus dos hijas, quiénes con alegría entonaban el "Vamos, vamos Argentina...". "Dale papi, cantá", lo alentaba la más pequeña.
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