Si bien la noticia de su fallecimiento comenzó a replicarse por numerosos portales durante la tarde-noche de ayer, pocas fueron las precisiones relacionadas con la causa que la motivó, o incluso el lugar donde concretamente se produjo el deceso de Edgardo Storni, dato que hasta el cierre de esta edición no había podido ser confirmado.

Radicado en La Falda desde el año 2002, en una propiedad que según se sospecha habría sido adquirida por la Arquidiócesis de Santa Fe, el ex arzobispo era visto en el barrio en "escasísimas" oportunidades, según pudo constatar el corresponsal de La voz del interior en esa localidad cordobesa, que graficó la situación a este medio. Es que, desde que las denuncias por acoso sexual lo llevaron a abandonar el cargo, Storni se había recluido en esa localidad y abandonado toda exposición pública, conviviendo en una casa de dos plantas, en un barrio de clase media, junto a dos monjas y personal de servicio doméstico.

Sin embargo, una vecina del lugar apuntó que dos semanas atrás familiares de Storni habían llegado al lugar, alertados por el delicado estado de salud del ex arzobispo, y lo habrían trasladado hasta la ciudad de Córdoba, a la que algún tiempo atrás había viajado para someterse a una intervención quirúrgica.

Ni en los nosocomios de La Falda, como tampoco en las casas velatorias de esa localidad serrana, tenían ayer conocimiento sobre el paradero de Storni, cuya muerte estuvo marcada por el mismo halo de misterio y encubrimiento que atravesó los últimos años de su vida. Una vida de reclusión en las sierras, alejado de la exposición mediática pero, fundamentalmente, de la justicia.