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Hace tanto que no nos detenemos a escuchar ciertos sonidos, no hay mucho tiempo para dedicarle a ciertos gestos que la naturaleza pone para que no nos olvidemos que somos parte de ella, o para que recordemos que en alguna otra época teníamos los oídos más cerca de la piel.

Tampoco tenemos tiempo para disfrutar de un espectáculo que no esté recargado del trillado repertorio que se puede disfrutar mientras se está pendiente del último mensaje de texto que llegará a nuestro celular; lamentablemente enmudecido para dar paso precisamente a ese espectáculo.

Será por eso que en raras oportunidades un sector del público se anima a escuchar lo que nos quiere contar un actor que se trasviste para mostrar el lado oculto de la vida. Esa vida que pasa sin que oigamos el verdadero rumor de una época en la que había tiempo para disfrutar de lo intangible.

En "Como quien oye llover", Juan Pablo Geretto vuelve a extraer de su inagotable galera, ese manojo de mujeres solas que le prestan sus historias para que él las transforme poéticamente y las haga más presentables bajo el ropaje del humor.