Del 18 al 27 de septiembre tuvo lugar la Feria del Libro de Cipolletti, promovida y organizada por el área de Cultura de este municipio rionegrino. Y, claro, en la ciudad de las manzanas no podía pasar otra cosa que morder la prohibida o, al menos, intentarlo. Para esto, el tema “Sexualidad” fue elegido como hilo conductor de la mayoría de las charlas y actividades realizadas durante el largo evento. Aunque tras bambalinas se tildó el impulso de insuficiente, ya que no se aprovechó la ocasión, decían, para dar a conocer lanzamiento alguno de políticas públicas de educación sexual.

Es cierto, pero seamos sincer@s: la verdad es que por algo se empieza y no hay antecedentes de que una feria así que ponga este debate en el tapete. Talleres como el dictado por la Dra. Mónica Borile para padres y docentes pueden ser el punto de partida para un tratamiento de la sexualidad distinto al que se le da tradicionalmente: ninguno. Borile se preocupó en aclararlo: “No abordar el tema de la sexualidad es un modo de abordarlo”. Obvio: quien calla otorga. De hecho, no faltó en casi ninguna charla la triste alusión a Tinelli, al baile del caño, a esa monstruosa y preocupante divulgación de la sexualidad. Para contribuir al desasne y combatir la ignorancia generalizada, nada mejor que escuchar a Borile o a la especialista Graciela Bianchi, quien coordinó impecablemente un taller sobre sexualidad humana. Bianchi cuestionó los supuestos sobre normalidad que surgían del discurso de los participantes y puso en primer plano la discusión sobre la desigualdad de género. Hasta ahí todo bien, pero en cuanto la cosa se profundizó no tardaron en salir a la luz los consabidos y profundos prejuicios que comúnmente se silencian en público y se reproducen en las charlas de peluquería. Esta vez la peluquería llegó al Centro Cultural de Cipolletti y una señora confesó: “Yo siento rechazo por las lesbianas”. A lo que una joven estudiante de Psicología agregó: “Lo que nos pasa a nosotras, las mujeres, con las lesbianas es que...”. No sé cómo terminaba su idea porque me distraje. Fue muy fuerte para esta cronista de Soy escuchar semejantes cosas: por un lado producimos rechazo, por el otro no se nos considera mujeres. Pedí la palabra y me presenté por mi identidad sexual. Les dije que si se permitían hablar de esa manera se debía a que, seguramente, ni siquiera se les había cruzado que podía haber una lesbiana presente. Este, en realidad, fue el segundo impacto, el primero había acontecido días atrás mientras paseaba junto con una colega mirando libros. En un stand encontramos uno de repartición gratuita cuyo título rezaba (nunca mejor usado el verbo): Cómo vencer la homosexualidad. Su ridícula ilustración de tapa era una foto de un muchacho hermoso que apoyaba cancheramente su codo derecho en un surtidor de nafta (¿?). Con ese ejemplar en la mano fuimos a ver a Gabriela Barcos, la coordinadora general del evento, quien se mostró muy sorprendida por la irrupción en la feria de esta bibliografía (de sello cristiano). Al otro día, Cómo vencer... había salido de circulación y en su lugar quedaban algunos títulos que orientaban sobre otras cositas a vencer: la soledad, la depresión, la angustia.

Durante los días que duró la feria hubo varios números artísticos alusivos, proyecciones de cortometrajes, y dieron charlas multitudinarias desde el sexólogo J. C. Kusnetzoff (un showman a prueba de bala) hasta Roberto Piazza. Como verán, fue variado el panorama en Cipolletti, durante el mes en que los árboles dan sus primeros frutos. No faltó nada, o casi nada, y quedó claro que, para hablar de asuntos como éstos, el Sur también existe.