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“Creo que Argentina se sentirá más justa y más civilizada, después de haber aprobado esta ley. Enhorabuena.”

Dice el correo de Pedro Almodóvar, en respuesta a mi correo contándole sobre la aprobación de la ley.

El domingo de la final de la Copa del Mundo, cuando las calles de Madrid se llenaban de gente pintarrajeada, semidesnuda y feliz, Agustín Almodóvar recordó que sólo había visto tanta alegría, así, en la calle, en la última marcha del Orgullo Gay. Le comenté a Pedro la inminencia de la votación por el matrimonio gay en el Senado y las barbaridades que se decían en Salta. Se habían hecho misas para frenar este avance satánico, este atentado a la familia. Pedro, que conoce muy bien estas cuestiones provincianas, me dijo que le gustaría escribir una carta de apoyo. Yo le pedí que la dirigiera especialmente a los activistas salteños que luchan en una sociedad tan pacata como la salteña. Por eso el final de la carta.

Felicitaciones y gracias, muchas gracias, a todos los activistas que han dado esta batalla, a los políticos que apoyaron y a las familias que nunca esperan la ley para apoyar a sus hijos en sus elecciones.