Viernes, 25 de febrero de 2011 | Hoy
ENTREVISTA
Primero fue Plan V, la primera telenovela lésbica argentina que ya está por encarar su tercera temporada; y luego Julieta y Julieta, la obra que presenta un Shakespeare tan homosexual como dicen que era y se reestrena esta semana en El Camarín de las Musas.Lorena Romanin, guionista de ambas y protagonista de la novela digital, reflexiona sobre el humor, el amor y también sobre el casamiento con Sofía Wilhelmi, su pareja en la ficción y en la realidad.
—Surgió hace unos años; me pareció que estaba buenísimo mezclar la homosexualidad con la imposibilidad del amor que se daba en Romeo y Julieta. En ese momento el tema lésbico estaba mucho menos explotado. Cuando quise retomarlo y hacerlo, ponerme a escribir la versión, me apareció el tema del skate park. Me encanta esa estética, tiene mucho cruce de pintura, música, graffiti. La película Paranoid Park fue una de las que tomé como referente estético. Me copaba, me parecía que servía ese tipo de jóvenes que tienen una filosofía muy fuerte, con una cosa riesgosa. Era como medio lío, porque los actores tuvieron que entrenar un poco. Y también era particular la escenografía. La versión en sí tiene que ver más con Amor sin barreras, en cuanto a que no están las familias.
—Porque era lo que menos importaba, porque en este caso tenía más que ver con dos grupos sociales que con dos familias que se odian ancestralmente. Me gustaba más construir un grupo de varones homofóbicos de un lado y del otro un grupo de lesbianas y gays que también hacen skate y que luchan por su espacio, sus ideales, sus creencias. Los chongotes heterosexuales en la obra se molestan con que las chicas hagan skate.
—Acá el amor se da entre dos chicas y resulta diferente a Romeo y Julieta en el punto en que la Julieta del grupo, al enamorarse de la otra Julieta, se convierte en parte de los otros. Pasa del otro bando. Cuando se besan en la fiesta, una Julieta no sabe que la otra es mujer, porque tiene un look un poco ambiguo para lograr esto que pasa en la obra original en la que Julieta no sabe que él es Romeo. Después, en la original, ella se pregunta qué es un nombre (pensando en los apellidos de Montesco y Capuleto). En este caso la pregunta sería: ¿qué es un género?
—Re bien. Yo siento que hay mucha aceptación. En el momento en que la estábamos ensayando pasaba todo lo del matrimonio gay y salían esas personas a hablar en contra; y para mí, en un punto, fue sorpresivo escuchar todos esos discursos. Y por otro lado pensaba: “Qué bueno, qué actual es lo que estamos haciendo”. La gente que la vino a ver, gay y no gay, se engancha mucho con la historia de amor. Ellas dos, las actrices, tienen buena química y laburan bien juntas. Y hay algo que es muy conmovedor: el tema del amor que no puede prosperar debido al odio social. Entonces me parece que este conflicto puede darse en cualquier grupo con cualquier historia de amor, pero la gente toma partido por el amor. Por lo menos nosotros.
—Sí. Pero creo que esa posibilidad de transformar la tiene el relato. Lo que pasa es que en el caso del teatro, el público es poco y es un público que ya viene con un poco de conciencia, que ya la pensó.
—No, pero para mí estaría buenísimo. No generaría rechazo. Me parece que depende del punto de vista que una le dé a la historia lo que hace que una tome partido, y no importa qué es lo que te cuentan. Por cómo está armado, me encantaría que lo viera gente que tiene otras creencias, incluso niños. Me gustaría mucho que quede en “Formación de espectadores”, que es un programa en el que traen a la función a niños que no van al teatro o no ven obras de teatro independiente. Hice una obra como actriz en la que tuvimos esa experiencia y fue hermoso. Por ahí vienen niños a ver la obra y justo se están haciendo en ese momento preguntas muy primarias. Se da esta llegada a un público al que no se hubiera llegado de otro modo.
—Me parece que es muy difícil hacerlo con ese objetivo. Uno cuenta lo que le dan ganas de contar, desde un lugar un poco más lúdico, no tan politizado o pensado para generar algo en la sociedad. La otra vez estábamos con Maruja Bustamante en un programa de radio de Muscari y hablábamos del tema de la discriminación, y pensé que el lugar de la legalidad o la igualdad total no es posible. Pero para mí esa imposibilidad de igualdad, esa lucha, es un motor.
—Sí, totalmente. Me parece que en el imaginario con relación a las lesbianas existía mucha melancolía y falta de humor. Y así como el gay es sarcástico, gracioso, la lesbiana era llorona, profunda, rústica, y no es que no existan en la generalidad muchas que sean así, pero también hay otra cosa y está bueno romper. El humor tiene una llegada muy diferente al público en general. Y me parece que también la gente que no es gay lo puede mirar, divertirse, es como si se la metieras con vaselina.
—Yo soy un poco ansiosa. Prefiero hacer a esperar a que me den permiso. Tengo una resistencia a esperar a conseguir el dinero por un subsidio, por ejemplo. Siento que en todo ese tiempo, en esa burocracia de pedir, hay algo que te hace morir el proyecto. Lo que uno imagina para hacer lleva un tiempo determinado dentro de uno y si se pasa, se pudre. Entonces, cuando pensamos Plan V, hacer un piloto, ver productores, esperar el ok, etc., era algo que yo no quería. Si tengo que escribir 12 capítulos, debe ser de algo que no sea al pedo. En ese momento la sensación con Internet es que estaba por explotar y que si no lo hacíamos nosotras, lo iba a hacer otra persona. Eso nos apuró mucho y nos dio un empujón. Y lo hicimos con ese concepto, para mostrarlo y para Internet. Fue un formato de 10’ que para la tele hubiera sido poco, pero no porque no nos interese la tele sino porque buscábamos realizar la serie en un plazo corto, sin tanta dilación.
—Sí, son más largos porque confiábamos en que por ahí sí daba para la tele, después de tanta gente que lo vio y tanta aceptación, empezamos a querer un poquito más. Me parece que es un producto que es interesante que lo vea más gente. Yo lo pasaría así como está en la tele, porque me parece que también está bueno ver eso con ese concepto de producto independiente, a tracción a sangre y nada más.
—Si aparecen inversores, puede ser. Lo cual es posible. Porque ahora Plan V tiene una agente distribuidora en Europa. Está en la Berlinale, así que podría pasar que apareciera dinero; de todas maneras, cambiaría mucho la producción. Antes había algo que no terminaba de suceder por esta cosa independiente. Y ahora hace falta una producción un poco más fuerte.
—En la trama de Plan V no va a cambiar nada porque en esta comedia no hay impedimentos, no está contemplada la parte negativa de la sociedad. Recién en la segunda parte aparecen los padres como algo muy ridiculizado, pero nunca apareció como posibilidad de que no se pudieran casar: estas chicas, las protagonistas, pueden lo que sea.
—Sí. Y si nos casáramos otra vez, no haríamos fiesta porque ya la hicimos. Bailamos vals y hasta nos casó un cura luterano, pero todo eso fue más moción de Sofía, lo quiero aclarar. Pero, bueno, así es el amor. No nos sacamos fotos en la mesa, a eso me negué, pero nos pusimos vestidos blancos. Es que yo no tenía una postura tomada y ella sí, así que me ganó de mano.
—Si quedamos embarazadas, sí. Estuvimos intentando por inseminación, pero por ahora no sucedió. Lo haríamos por algo legal. Pero también nos enteramos de que parece que la adopción para la mamá no biológica es muy complicada. No es igual. Todo bien el casamiento, pero parece que algo queda a media máquina...
Julieta y Julieta, re estreno jueves 3 de marzo
en El Camarín de las Musas,
Mario Bravo 960. Tel.: 4862-0655.
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