Viernes, 29 de agosto de 2008 | Hoy
A LA VISTA
Por Marta Dillon
Media sanción en la Legislatura santafesina para el reconocimiento legal de las parejas del mismo sexo. Un proyecto –de las diputadas Delia Bisuti y Silvana Giudici– para modificar la ley de obras sociales asegurando así la cobertura de todas las parejas de hecho, cualquiera sea el sexo de sus integrantes, que ya tiene dictamen favorable –aunque con disidencias– en las comisiones de Salud y Familia. Otro proyecto –del senador Daniel Filmus– espera su tratamiento en el Senado para asegurar por ley lo que este mismo mes salió como dictamen de la Administración Nacional de Seguridad Social (Anses): el cobro de pensión por viudez, también para las parejas del mismo sexo, sin más requisitos que cualquier otra pareja de hecho. La enumeración no es vana. Marca una temperatura, al menos una sensación térmica: el clima es amigable para el debate y muy pocxs son capaces de rasgarse las vestiduras frente a la chance de legislar lo que ya es un hecho, sobre todo para gays y lesbianas –el hilo se corta más fácil en relación a otras identidades sexuales o de género–: las parejas se forman, se organizan como familias, reclaman y litigan por sus derechos; exigen ser reconocidas como el resto de las parejas. A la vez, no puede dejar de notarse que hasta ahora todo lo que es posible nombrar es lo mismo que viene sucediendo: está en el cotidiano y es la militancia y la persistencia de quienes patearon el closet para siempre, lo que obliga al Estado a buscar la forma de poner parches sobre discriminaciones evidentes. La solución de fondo sería más sencilla, podría darse en un solo debate legislativo y debería amparar el derecho a cualquier familia a darse protección, asegurarse el futuro y sentirse reivindicada frente al remanente de homofobia que bien puede encontrarse apenas se rasga la superficie. Pero esa es la palabra intocable: familia. “No queremos promover otros modelos de familia sino corregir hechos de discriminación”, dijo la presidenta Cristina Fernández cuando se firmó el dictamen de la Anses que si no se convierte en ley podría modificarse en una próxima gestión. Sin embargo, la familia es una institución dinámica, capaz de reinventarse, organizarse a su modo, existan o no las leyes que la amparen. La rigidez queda así del lado de la ley que todavía parece caminar dos pasos atrás que el resto de la sociedad.
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