Viernes, 8 de noviembre de 2013 | Hoy
La reedición de Teoría King Kong en versión criolla propone una nueva oportunidad para entrar en el pensamiento o, mejor dicho, el grito de guerra de Virginie Despentes. Hace casi diez años la francesa guarra y rebelde hacía un bollo (en todos los sentidos que se le quiera dar a la palabra) con conceptos derivados del feminismo, del punk y del post
feminismo y los arrojaba en la cara de lo que se pretende definir como femenino, feminidad, mujer. Naty Menstrual redobló la apuesta en su presentación.
Por Juan José Mendoza
Sábado, 20.05. San Telmo. Los que pasan con los cajones de las bebidas piden permiso. “Yo estoy apagando mi celular, así que por favor no me llamen –dice Naty Menstrual al público mientras acomoda su peinado– y ustedes apáguenlo también o pónganlo en vibrador y acomódenselo donde mejor les guste. Yo tuve una guerra con mi madre”, agrega. Y enseguida empieza: “El libro de Virginie Despentes me cambió la cabeza”. Naty Menstrual va para un lado y regresa caminando de espaldas sobre sus propios pasos. Con su voz de soda brillante, metálica, comienza a leer los pedazos sueltos de Teoría King Kong. Son pedazos de español rioplatense mechados con la forma de un pensamiento francés. Pero esto no es la presentación de un libro. Esto es una transpresentación. “Hablo desde las feas, para las feas”, dice Despentes. “Menos mal que esta noche somos todas lindas”, dice Naty Menstrual.
Para Virginie Despentes son muy escasas las figuras femeninas con físicos ingratos o mediocres que alcancen un primer plano: pasa en las novelas, pasa en la vida. Síntoma de que el prototipo del poder y de la canonización estética son masculinos. Para Despentes, la figura de la feminidad es eurocéntrica, falocéntrica, viril y está dominada por una idea residual de la belleza que nos viene desde la armonía clásica. Esos cánones han estado imperando entre nosotros hasta para gerenciar las rupturas. Si no, ¿cómo entender que el Che sea tan fotogénico? Frente a eso, Despentes propone una reivindicación de la fealdad desde otra forma de feminidad. “Todo lo que me salvó se lo debo a mi virilidad”, dice Despentes. Ahora estamos en La Libre(ría), en el barrio de San Telmo. La
figura femenina que se chupa toda la virilidad de la noche y la arroja como un resorte es Naty Menstrual. ¿Cómo será la Despentes de Naty Menstrual?
La virilidad fue un sistema de formación de las emociones para que las mujeres aceptaran entregar sus hijos a la guerra: a las guerras de verdad, literalmente, pero también a las batallas del mercado laboral que tendía su arena de lucha sobre la cinta de montaje de las fábricas y las superficies adoquinadas de la calle. Pero ese sistema ya no parece tener vigencia. Porque las guerras ya no son lo que eran. Y porque ya no hay rituales de iniciación mediante los cuales los chicos se vayan a transformar en guerreros. ¿De ahí la guerra de Naty Menstrual con su madre? ¿Y de ahí que el capitalismo lo feminice todo? Atrapa y encierra a todos los cuerpos por igual en frágiles interiores pertrechados de tecnología. Y lo hace como hasta antes del siglo XVIII sólo lo había hecho con las mujeres de la nobleza. Hasta antes de que se inventaran las guillotinas para los reyes y las fábricas y las escuelas para los pobres. Después de eso todos nos hemos feminizado un poco, que es como decir que todos nos hemos tenido que someter a algún régimen de enclaustramiento. En ese punto, Despentes denuncia que las violaciones urbanas sólo son la desvirtuación de un acontecimiento antiguo y militar: “Muy seguido dicen que el cine porno aumenta las violaciones. Hipócrita y absurdo. Como si la agresión sexual fuera una invención reciente y que hiciera falta meterla en las mentes con películas. En cambio, el que los machos franceses no hayan ido a la guerra desde los años ’60, eso seguramente aumenta las violaciones civiles. [La violación] antes que nada es una estrategia guerrera: que es parte de la virilización del grupo que la comete mientras debilita al grupo adverso, sometiéndolo a la hibridación, y eso desde que las guerras de conquista existen”. ¿De ahí también que todos nos hayamos vuelto tan híbridos?
A partir de allí, Despentes plantea que en la sociedad moderna las mujeres han pasado a ser una herramienta esencial en la elaboración política de lo viril. Despentes propone evidenciar la farsa de la que esa virilidad fanfarrona está hecha, poner en la superficie la falta originaria a partir de la cual el machismo se constituye. Entre las posiciones más controvertidas de Despentes figura aquella que propone que “prohibir la prostitución es prohibirle a la mujer que se enriquezca” a costa de esa carencia de los hombres. Y es pedirle injustamente que no saque provecho de su estigmatización.
Para Natalia Ortiz Maldonado, editora de la editorial Hekht que se estrena con este libro, aunque Despentes no busque hacer de su experiencia una política pública, “logra sin embargo inquietar los presupuestos de los discursos y las prácticas instituidas, especialmente donde denuncia que muchas de las ‘buenas intenciones’ de quienes hablan en nombre de las mujeres (sean o no mujeres) reproducen las lógicas machistas (por ejemplo, en la estigmatización de quienes fueron violadas)”.
“Yo no leo –dice Naty Menstrual ahora–. Me gusta escribir, pero no me gusta leer.” Sin embargo, el libro de Virginie Despentes le cambió la cabeza: “Las dos cabezas me cambió: la cabeza de arriba y la cabeza de abajo”. ¿Pudo un libro como el de Virginie Despentes cambiarle las cabezas a alguien como Naty Menstrual? “Me cambió la forma de mirar algunas cosas.” Despentes puede ser una herramienta para desdramatizar el drama. Para Natalia Ortiz Maldonado, el libro de Despentes es importante porque “permite sacar a la mujer del lugar de víctima en el que los discursos sobre la feminidad y la prostitución la han colocado. Nos alienta a preguntarnos de qué modo las prohibiciones legales coexisten con las prácticas ilegales. El hecho de que la prohibición jamás anuló las prácticas hace pensar que la prohibición incentiva y regula aquello que dice que prohíbe. No se trata de aceptar todo lo que existe, y mucho menos en el caso de la violencia o la mercantilización del cuerpo, sino de pensar cuál es el vínculo entre la ley y el mercado”.
“Hice dedo, fui violada, volví a hacer dedo”, dice Despentes en la transpresentación de Teoría King Kong. A Despentes lo que le cambió la vida fue un texto de una de las feministas más controvertidas de los Estados Unidos. “Es 1990. Leo Spin. Una tal Camille Paglia publica ahí un artículo que me llamó la atención.” Despentes olvida las palabras exactas, pero en esencia recuerda: “La violación es un riesgo que las mujeres tienen que correr si quieren salir de sus casas y circular libremente. Si te pasa, parate, dust yourself, y superalo. Si te da miedo, quedate en tu casa y no salgas”. Las palabras de Paglia, profesora en la University of the Arts de Filadelfia, le causan a Despentes un gran alivio, sensación inaudita de libertad y desdramatización.
Un regalo en la Navidad de 2006 es culpable de lo que pasa esta noche en San Telmo. En ese año, una tía “con personalidad” le regaló a su sobrina de 25 años un libro. No era un regalo demasiado original. Ese libro era uno de los 50 mil ejemplares que Virginie Despentes vendió aquella Navidad en Francia. Pero para la francesa Marlène Bondil fue un buen obsequio. Se vino con ese regalo hasta la Argentina, donde hace seis años que vive en Flores. Y donde hace tres empezó con la traducción. Ya estaba, aunque dificil de conseguir, la traducción que Beatriz Preciado hizo para Melusina en 2007. Ahora el desafío fue recuperar la escritura callejera de Despentes: yuta, poronga, minita, chabón, cuchillito, cuterazos, pija... El lunfardo es un poco machista. Hay palabras que no están en el texto, pero que indudablemente forman parte del acervo léxico del lunfardo: chiruza, pierna, bufoso, fiolo, rufián, compadrito, cafisho... ¿Entonces algo tan progre como reivindicar el habla popular, puede ser también algo retrógrado? Es la traducción criolla la gran novedad de un texto que ya hace tiempo parecía estar discutido y clausurado en la Argentina. Pero Teoría King Kong plantea algunos problemas: desdeñar su planteo, ser indiferente a sus postulaciones, es también un modo de ponerse del lado de aquello que el libro cuestiona. Porque, ¿cómo cuestionar el libro o la traducción (todos los libros, todas las traducciones) sin asumir un rol viril? Y, al mismo tiempo, cómo no cuestionar el libro precisamente por la virilidad con que se impone. Para la editora, “el desafío de la traducción era no domesticar el texto”. Para ella hay muchos sistemas de domesticación: la academia, el sentido común, los reduccionismos ideológicos. Por eso, “la idea central de la traducción era preservar la desprolijidad del texto, su incorrección, lo que de ella nos incomodaba”. Para Marlène Bondil, la traductora “rioplatense” de Despentes, Teoría King Kong es un libro coral, con mucho “lunfardo francés” infiltrándose en las porosidades del texto. No hizo el trabajo sola: la ayudó Pablo Cesareo.
Naty Menstrual, con su nombre entre cupletero y sangrante, recita pedazos sueltos de Despentes. Virginia de Las Pendientes, que, sugerentemente también, puede querer decir la Virgen de Las Pendientes, en clara alusión a Les Pentes de la Croix-Rousse, el barrio de Lyon en el que Despentes vivió hasta antes de moverse a París y del que ella tomó su pseudónimo. Es un barrio muy característico de Lyon, conocido como “La colina que trabaja”, por ser un lugar en el que se encontraban muchos talleres textiles. El pasado textil de Les Pentes evoca a la Penélope de Homero que espera a Ulises, famosa tejedora que, a fuerza de esperas, forjó una de las imágenes más icónicas de la feminidad: la de la mujer hogareña, recluida, fiel y paciente.
La sexualidad es la institución política más antigua que existe. Despentes dice algo que Nietzsche ya leía en el teatro de Eurípides, en obras como Las Bacantes, por ejemplo. Y agrega: la prostitución es el esqueleto del capitalismo. Porque en la relación puta-cliente lo que impera es el tomadaca del guión, eso que ahí no está nombrado: el dinero. Habría que pensar en este lazo: ¿el dinero es un significado vacío que ni siquiera tiene significante? Despentes habla de la figuración femenina en las novelas: siempre bellas, siempre deseadas, etcétera. Y de que no tienen voz. Que las mujeres no tienen voz ni aun en las novelas escritas por mujeres. No son habladas, son subtituladas. Despentes dice que trató de entender cómo funcionaba el mundo. Trató de entender de qué carecía ella. La teoría de Despentes básicamente sería: “Cuanto más carencia de virilidad tiene un tipo, más vigilante se pone”. Eso explicaría de manera básica el decálogo de masculinidad que va de un extremo a otro del poder chorreando vigilancia por todo su aparato celador y violento. Podría decirse que el de Despentes es un libro europeo, que poco tiene que venir a decirle a América latina. Pero podría decirse también que el de Despentes es el relato de la pérdida de virilidad de Europa, es el relato de la conciencia de la caída francesa. Despentes cuestiona el desierto teórico que impera por estos días en Francia. Recrimina el silencio crítico en el que han caído los hombres: “¿Cómo se explica que en treinta años ningún hombre haya producido el más mínimo texto novedoso sobre la masculinidad?”. Y nombra entonces a las feministas norteamericanas pro–sexo: Norma Jean Amodovar, Carol Queen, Scarlot Harlot, Margo St. James, Gail Pheterson, Claire Carthonnet, Judith Butler. Al mismo tiempo sugiere que el desierto teórico de Francia (el país de la tradición teórica argentina) es una estrategia del statu quo para mantener la institución familiar, las disciplinas y las prácticas tradicionales a salvo del tiro de gracia de nuevas miradas críticas. “Publicar a Despentes es privilegiar un lugar inhóspito de los relatos, el lugar donde la academia y la experiencia vital se hacen indistinguibles”, dice Ortiz Maldonado.
La función del porno en Despentes tiene un rol comparable al que Benjamin le atribuía al shock en la modernidad: la eyaculación funciona como una liberación de energía psíquica, un nivelador de fuerzas sociales que parecen descompensadas en el presente, regidas por la alienación y la pérdida de conciencia. Frente a eso, el proletariado más antiguo de todos los proletariados emerge con su conciencia histórica. De ahí que la verdadera revolución, para Despentes, vaya a ser femenina. “Voy a seguir con mis ambiciones en este mundo de hombres. Quiero más de lo que incluso me prometieron en un principio. Hay que tener las bolas bien puestas para bancarse ser mujer.” Dice Naty Menstrual, dice Despentes. “Pero el texto de Despentes posee una dimensión que suele pasar desapercibida en los debates, pero que creo es fundamental: no puede haber una transformación en las relaciones de poder que atraviesan a las mujeres sin que simultáneamente se produzca una transformación en aquellas que atraviesan a los hombres –dice Natalia Ortiz Maldonado–. La revolución femenina es una aventura colectiva para todxs.” “¿Y la emancipación masculina, para cuándo?”, pregunta Despentes.
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