Viernes, 19 de septiembre de 2008 | Hoy
ES MI MUNDO
En una entrevista realizada en 1995, poco antes de su muerte, el artista cubano-norteamericano Félix González Torres (1957-1996) explicaba las estrategias de su arte activista que alguna vez fue acusado de “políticamente correcto”. Militante de la diversidad, apostó por ingresar en la sensibilidad de un público masivo con caramelos y relojes que señalaban la hora del amor.
”Todo arte y toda producción cultural son política. Y los artistas (que siempre son políticos) más llegada tienen cuanto menos son vistos como artistas políticos. A su vez, hay una distinción: una cosa es ser político y otra es servir a una agenda determinada. Un ejemplo: en 1989 el Departamento de Estado me envió una carta pidiéndome que enviara material al programa de arte de la embajada. En esa carta había una hermosa cita de George Bernard Shaw: “Después de la tortura, el arte es el arma más persuasiva”. Y bueno, yo no sabía que el Departamento de Estado había dejado de lado la tortura –probablemente no lo hayan hecho–, pero seguramente ahora están usando las dos cosas. Otro ejemplo de la relación entre política y arte: cuando se hace una exposición con autores hombres, blancos y heterosexuales no se ponen estas tres palabras en el título. Sería un absurdo, ¿no? Sería simplemente no natural. Pero si tenés cuatro lesbianas negras escultoras de Brooklyn, las presentarías así: “cuatro afroamericanas lesbianas de Brooklyn.
Cuando uno pregunta quién define una estética —en qué punto particular, qué clase social, qué clase de saberes tiene esa gente— te das cuenta enseguida de que la más efectiva construcción ideológica es aquella que no parece que lo es. Si decís “soy ideológico, soy político”, eso no funciona, porque la gente se da cuenta de dónde estás viniendo. Pero si decís “¡Hola! Mi nombre es Bob y traigo esto”, la gente dice “esto no es político. Es invisible, y funciona”. Creo que ciertos elementos de la belleza utilizados para atraer espectadores son indispensables. No quiero hacer arte exclusivamente para personas que pueden leer a Fredrick Jameson sentados en Mackintosh chair. Quiero hacer arte para la gente que mira Golden Girls sentada en una enorme, marrón y brown Lazyboy chair. Son parte de mi público también, eso espero.
Cuando la gente me pregunta, “¿quién es tu público?”, yo respondo, con total honestidad: “Ross”. El público era Ross. El resto de las personas sólo venía a ver. En mi exposición en el Hirshhorn, una de las más importantes para mí, los guardias estaban incluidos en el trabajo. Yo hablaba, trataba con ellos que iban a tener que lidiar 8 horas diarias con todo el material. Nunca vi a los guardias como guardias, los vi como público. Entonces, la respuesta sobre quién es el público es: la gente que está a tu alrededor, que incluye a los guardias. En Washington me preguntaban si yo los había entrenado, si les había dado letra. Y no, simplemente hablaba con ellos mientras hacía el trabajo. La gente señalaba que jamás habían ido a una exposición donde los guardias se acercaran a los observadores para indicarles qué hacer, dónde ir, qué mirar y qué significaba cada cosa. Pero otra vez esa división del trabajo, de funciones, está siempre a favor de la agenda de alguien.
Miremos un poco la arena política, quiero decir, el verdadero escenario político, donde es innegable que ciertos políticos que no han sido “buenos” han hecho cosas maravillosas para todos, han mejorado la calidad de vida de muchos en cuestiones concretas y también en lo personal. Por ejemplo, algunos de los programas que impulsó John F. Kennedy. Yo soy un producto de esos programas. Fui a la escuela por lo que ese hombre hizo. Mujeriegos y borrachos, tipos con conexiones con la mafia, hicieron todos estos cambios posibles a fin de que alguien como yo pueda obtener préstamos e ir a la escuela. Eso es sólo un simple ejemplo de vida. Vamos a avanzar hasta cierto punto, en términos de un arte de protesta que dice que el capital es malo, que Bennetton es malo. ¡Qué novedad! Ya sabemos eso. No necesitamos una galería espacial para averiguar algo que se puede leer en las noticias.
La derecha es muy inteligente. Primero fueron los marcianos. Bien, probamos que no hay vida en Marte. Luego dijeron que los rusos estaban dispuestos a invadir este país, pero los rusos no duraron mucho. Fidel se hunde, así que lo que queda es lo más visual y simbólico, o sea, el arte. En especial las artes que tienen imágenes homosexuales. Y aquí hay algo que me molesta de los artistas que se autoinscriben en algo llamado “arte gay”, su limitación en lo que ellos consideran como un objeto de deseo para los varones homosexuales. Cuando presenté mi exposición en Hirshhorn, el senador Stevens, que es uno de los senadores más homofóbicos antiarte, dijo que iba a venir a la apertura y yo pensé entonces que le iba a resultar muy difícil explicarle a su electorado cuán pornográficos y cuán homoeróticos son dos relojes uno al lado del otro.
Hay una gran cita del director de la Christian Coalition, que dijo que quería ser un espía. “Quiero ser invisible —dijo—, hacer la guerra de guerrillas, pintar mi cara y viajar durante la noche.” ¡Eso es bueno! ¡Esto es genial! Aquí la izquierda debe dejar de usar la mierda de camisetas que dicen “Vegetariana ahora”. No, vayan a una reunión e infíltrense y, una vez que estén adentro, traten de tener un efecto. Yo quiero ser un espía también. Quiero ser ese que refleje a otra cosa. Deberíamos haber estado pensando en esto hace mucho tiempo. Tenemos que reestructurar nuestras estrategias y darnos cuenta de que la bandera roja con el puño rojo no funcionó en los años sesenta y que no va a funcionar ahora. No quiero ser más el enemigo. El enemigo es demasiado fácil de desechar y atacar. Lo que quiero hacer con algunas de estas piezas sobre el deseo homosexual es ser más incluyente. Cada vez que ven un reloj o una pila de papel o una cortina, quiero que piensen dos veces. Quiero que ellos sean como el protagonista de Repulsión de Polanski, donde todo se convierte en una amenaza para su virginidad. Todo tiene una misión sexual, las paredes, el pavimento, todo. Y si embargo, esto no se ve como amenaza, La verdadera amenaza es una fotografía de dos hombres chupando penes. Eso es realmente lo que puede destruirnos. Me hace preguntarme qué es la familia. ¿Cómo es posible que esta institución sea tan débil que un pedazo de papel podría destruirla? Por supuesto, te preguntás, ¿por qué ahora y por qué esta cuestión? Se trata de una cortina de humo para ocultar lo que ya han logrado.
Después de hacer todos estos espectáculos, me he convertido en un quemado tratando de tener algún tipo de presencia personal en el trabajo. Porque yo no soy mi arte. No es la manera y no es la forma, no es la manera en que funcionan las cosas lo que está siendo puesto en tela de juicio. Lo que se pone en cuestión soy yo. He hecho “Untitled” (Placebo), porque necesitaba hacerlo. No hay otra consideración involucrada, excepto que quería hacer obras de arte que puedan desaparecer, algo que nunca existió, hacer una metáfora de cuando Ross se estaba muriendo. Por lo tanto, es una metáfora de una decisión de abandonar este trabajo antes de que este trabajo me abandone. Voy a destruirlo antes de que me destruya a mí.
Yo no quería que durara, así no podría herirme.
Desde el principio no estaba ni siquiera ahí, hice algo que no existe. Yo controlo el dolor. Eso es lo que realmente es. Esa es una de las partes de este trabajo. Por supuesto, tiene que ver con toda esa mierda de la seducción y el arte de la autenticidad. Yo conozco esas cosas, pero por otro lado tiene un nivel personal que es muy real. No se trata de ser un artista. Es también sobre el exceso, sobre el exceso de placer. Es como un niño que quiere un paisaje de caramelos. En primer lugar todo se trata de Ross. Primero yo quería complacerme a mí mismo y luego al resto del mundo.
Félix González Torres
Algún lugar / Ningún lugar
Hasta el 3 de noviembre, en el Malba:
Figueroa Alcorta 3415.
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