Viernes, 14 de marzo de 2014 | Hoy
A LA VISTA
La muestra Mujeres diversas, diversas mujeres se propone incluir una multiplicidad de obras que tienen en común dos tópicos que van de la mano: la lucha y el erotismo.
Por Magdalena De Santo
Susy Schock, invitada por la Municipalidad de la ciudad La Plata, específicamente por la Subsecretaría de Derechos Humanos, inaugura con su voz la muestra colectiva de arte visual Mujeres diversas, diversas mujeres. La colibrí canta erguida en el medio del Centro Cultural Islas Malvinas —ex regimiento militar de la ciudad cuadrada— y provoca a la rubia cajetilla que sonríe de costado ante tanta exaltación anticlerical. “¡Por los baños unisex!”, dispara, y las pieles de gallina —las nuestras— nos manifiestan que un tambor que exige aborto convive con la ausencia de tantas otras que aquí no están, como dice Susy, que con suerte están en la calle porque en La Plata la cosa está peluda para las travestis: hay más de dieciocho personas trans presas. La policía suelta dos y mete cuatro cada noche. Las fuerzas del poder las quieren mandar al bosque, a la boca del lobo, para que en la oscuridad sobrevivan como puedan las travestis que no llegan a fin de mes con los treinta pesos de cada pete. Eso para conmemorar marzo, el mes de las mujeres que luchan en un marco institucional que se fisura con la intervención exultante de varias activistas reunidas.
La muestra visual Mujeres diversas, diversas mujeres viene del impulso enérgico de dos curadoras que abogan por comulgar feminismo y diversidad sexual. Luciana Campilongo e Inti María Tidball Binz, en diálogo con Soy, lo explicitan: “Usar los recursos del Estado para laburar con libertad en torno de las representaciones de mujeres, lesbianidades, sexualidades diferentes. Venimos de diferentes palos del feminismo, del que parece irreconciliable, Luciana de la militancia de la izquierda y yo de las sexualidades diversas; eso no nos impidió laburar juntas en todo”, argumenta Inti. Y continúa Luciana: “Por eso, lo nuestro sale del conflicto, entre las facciones del feminismo y también del conflicto interno con la Dirección de Políticas de Género de la Subsecretaría de Derechos Humanos”.
Quince artistas emergentes. “Se trata de artistas que piensan sus acciones para la calle y no para el museo, que indagan en lo personal y la intimidad como clave política”, sostiene Inti. “Nos interesó que se sientan cómodas antes que el intendente o los ordenanzas municipales que trabajan acá. La militancia te da esa frescura que te permite resolver rápido, saltar la burocracia, ponerle el cuerpo y pintar las paredes del museo sin autorización”, continúa Luciana.
Las obras expuestas emanan lucha y erotismo. Desde ilustraciones de autodefensa contra el macho piropeador, con la crudeza que Martina Carminati despliega, pasando por una videoinstalación sintética en que conviven las metáforas de la masturbación y la menstruación con el ascetismo higiénico de un frasco (proyección/documento de Florencia Del Gesso), hasta, y sólo por seguir nombrando algunas propuestas, las obras de Ana Clara D’Amico —con una impronta conceptual queer— que retoman distintas trayectorias visuales: una radicalmente pop, cuya burla al consumo de generización infantil se proyecta con tres valijitas Juliana (Juliana mamás(r), Juliana transexual(r) y Juliana se masturba(r)), y otra, “sabrosa diversidad”, patentiza que en la proliferación del órgano sexual sin género, la lengua, se obtienen placeres múltiples y variados. En la muestra también cuelgan dibujos de tijeretazos, gatos y ancestr*s y una fotografía de Helen Zout —aquella que capturó libre y presente a Julio López tiempo antes de su segunda desaparición—, quizá la única artista con renombre internacional: dos mujeres con diferencia etaria evidente se aman de algún modo desafiante. La más baja aprieta con toda la palma el ombligo de la morena de torso desnudo. La maternidad se vislumbra en una extranjería presente, el homoerotismo se supone y la fuerza se proyecta como orden natural.
Mujeres diversas, diversas mujeres apunta a la productividad del conflicto. Conflicto de lecturas, institucionales, de deseos variables en tiempos de “todo bien”, porque son, como dice Luciana, “un grano en el bulto patriarcal”.
Del 5 al 12 de marzo en Centro Cultural Islas Malvinas (19 y 51), Sala SUM.
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