Viernes, 28 de marzo de 2014 | Hoy
POLÉMICA
Por Liliana Viola
Siempre da risa fácil un hombre disfrazado de mujer, comodín para el que no sabe qué ponerse en una fiesta de disfraces y que siempre consigue llevarse una lectura solidaria. Respeto y aplauso por su ofrenda al dios del ridículo, por su agachada de buena voluntad justo en la frontera y por su salida airosa hacia una masculinidad redoblada. Se lo valora además porque fuera de ese contexto, o sea al día siguiente, la misma estampa se vuelve carne de sospechas. ¿Y si le gustó? No parece una casualidad que cuando la inocencia indiscutida del portero Mangeri, único acusado en el crimen de Angeles Rawson, comenzó a derrumbarse, empezaron a circular fotos en las que se lo veía con peluca y vestido en una fiesta familiar. ¿Un modo de sugerir que ya tenía el mal adentro?
Hace unas semanas comenzó a circular por el mundo (Internet) una serie de fotografías de hombres poderosos tanto del Este como del Oeste dragueados como reinas con pincel digital. Una suerte de correctivo vía humor, anuncia su autor, que se mantiene en el closet con un seudónimo, mientras recibe amenazas de muerte de los dragueados más fundamentalistas y sensibles. La obra se titula War Drags You out y el objetivo es obvio y trilladísimo: ridiculizar a los villanos, desenmascararles su falsía. El autor dice que el año pasado vio por primera vez un show de queens y encontró el paralelismo con la política: el artificio. No todos los políticos, sino aquellos que cosechan un amplio consenso de antipopularidad. Desde Hitler a Putin, pasando por Bin Laden, Saddam Hussein y el Papa (no Francisco, faltaba más, sino el que se fue antes de tiempo con sus zapatitos rojos). Dan risa. Sus víctimas han sido vengadas, al final con unos pocos trazos no son lo que parecen y queda a la vista la mujer que tienen adentro. La trava que tienen adentro. La carcajada llega porque están feminizados contra su voluntad. Los nombres, llevados hasta la parodia, también hacen alusión al costado femenino y siempre paródico que los debilita: Hitler es "Hitleria Hysteria", Osama Bin Ladem es "Madame O' Sane", y Bush es "Georgia Buchette". Por algo el artista justiciero no eligió a ninguna villana entre las tantas disponibles como Margaret Thatcher o la Angela Merkel. No habrá sido para proteger al género femenino de sus propios papelones. ¿Será que mostrar el tipo que tienen ellas las habría dejado en una mejor posición? La metáfora oscura del travestimiento, como mentira, farsa y engaño, no es nada nueva y no viene sola.
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