Una librería de historietas con el estilo bohemio –con polvo y caos incluidos–, que en otras épocas pintaba de lleno al Greenwich Village de Nueva York. Tal vez era una de las librerías más cálidas que sobrevivían en ese barrio: su calidez contenía un viejo tablero donde historietistas dibujan en vivo durante el día, lápiz y tinta sobre papel, sin computadoras, como si fuese un estudio de comics de la primera mitad del siglo XX. Allí, en el popurrí de un estante, encontré un comic de Roberta Gregory, uno de los tomos de Bitchy Bitch: estaba envuelto en plástico y sellado con una etiqueta casera que decía “Explícito. Consulte por asistencia”.

Cuidado que muerden

Ese envoltorio no era una imposición legal, era una decisión de la librería. Sólo vi un comic más envuelto así con una advertencia similar en ese negocio. Gregory, pionera del comic lesbofeminista, que este año cumple 40 años de dinamitar a trazo nervioso todo lo que oprime el género y la orientación sexual, tenía la profiláctica censura de un celofán. Esto ocurrió hace menos de un mes, y lo más paradójico es que la librería estaba a pocas cuadras del bar Stonewall, donde 45 años atrás había comenzado en Nueva York una lucha emblemática por la visibilidad y los derechos de la comunidad lgtbiq. En diciembre de 2011, en el final del prólogo de No Straight Lines, compilación de más de 300 páginas de más de 80 historietistas lgtbq, Justin Hall predice que “el futuro es brillante, queer y lleno de historietas”. ¿Ese brillo es el del plástico que encierra el libro de Gregory? Si es así, preferimos que sea opaco. Por suerte, tres ejemplos del comic reciente tienen luz propia.

En la tercera edición de la Feria del Libro Punk habrá una charla dedicada a las disidencias sexuales en fanzines. Participan: Rafael Aladjem, Pila Jackson, Diego Trerotola. Además, una exposición retrospectiva de Homoxidal, Hoja Zine Drag! y las columnas del fanzine Resistencia. Domingo de 17 a 24, Salón Pueyrredón, Av. Santa Fe 4560.