El sentido común suele ordenar las cosas de manera conveniente a sus necesidades ya que, se sabe, al sentido común no le agradan las sorpresas y el desconcierto rápidamente puede trocar en violencia si las etiquetas se mueven de su lugar. Así el mundo se presenta prístino, claro como el agua: hay temas que son de mujeres, temas propios de hombres, actividades compartidas y hasta alguna tangente propia de gays que aparecen en televisión, como ser diseñador de moda, peluquero o bailarín en la pista de Tinelli. Así, las mujeres serán las que hablen de aborto y anticoncepción –siempre que lo hablen en función del derecho al acceso libre y gratuito; si es por penalizar pueden hablar los hombres: curas, policías, jueces–, los varones quienes hablen de variables económicas, los gays de ropa; las travestis –el sentido común puede trastabillar con el género de las travestis, atención–, si existen, son una amenaza o una rara avis en el mundo del espectáculo; los gays hablan de ropa y las lesbianas, no hablan de nada, a ellas directamente no se las ve. Pero hete aquí que un grupo de lesbianas neuquinas ha tomado al sentido común por asalto en una sola foto y pateó el cajón de las etiquetas. Esa es la primera impresión al ver a Valeria Flores –docente titular de una escuela pública– disfrutando de su imagen de drag king y enarbolando la bandera que exige la despenalización del aborto. ¿Para que el tema no sea sólo una demanda de mujeres? ¿porque hay tantas maneras de ser mujer que desbordan el imaginario? ¿por qué una chica tan linda usa barbas y bigotes? El sentido común ha perdido su brújula.

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