soy

Viernes, 6 de febrero de 2015

ENTREVISTA

A lo grande

Histriónica anfitriona de discos célebres como Bunker, compañera de andanzas de Fernando Peña, La Barby es también marca registrada del humor a lo largo de la calle Corrientes. Su lengua afilada dispara palos y flores para todxs, y es una fórmula para hacer reír a casi cualquier platea. Ahora se la puede ver protagonizando la comedia monárquica de Paul Caballero, Lady Dómina.

 Por Facundo R. Soto

Leo Veterale empezó haciendo shows de transformismo en Bunker como La Barby. Compartió escenario con Ronnie Arias haciendo sus propios personajes. Hizo Ezquizopeña, el musical, con Fernando Peña. Apareció desnudo en Ni la más puta en el Multiteatro, hasta que los echaron porque Peña también andaba desnudo a cualquier hora y por cualquier parte, y se mudaron a El Cubo. Después lo agarró Sofovich y lo llevó para hacer temporada en Carlos Paz, saltó de un teatro a otro, sin salir de la avenida Corrientes hasta terminar en Bailando por un sueño. Está en pareja desde hace 16 años y cree que a todos, si queremos, tarde o temprano nos llega el amor, si dejamos el ego de lado; mientras tanto sube recetas de brownies y otras exquisiteces a su blog www.barbynews.blogspot.com. Durante enero y febrero protagoniza, junto al actor fetiche de Muscari, Juan Manuel Palacios, el modelo José María Bourdillon y el músico Hernán Felipe Lady Dómina, una obra de teatro de época, en clave de café concert.

La primera vez que te montaste fue de grande, con Gaby Girls, el asistente de Carmen Barbieri. ¿Cómo fue esa experiencia?

–El era el puto de Moreno, encontrar otro putazo en la zona era no sentirme solo en el mundo; ahora salen de debajo de las baldosas, más con la sarta de pendejos que se apiolaron a los 14 que son gays. La primera vez que me disfracé, que tomé coraje, fue con él. Tenía como 28 o 30 años, porque la veníamos pateando, hasta que tomé coraje y nos disfrazamos. Fue para participar en un concurso en Bunker.

Ahí empezaste como Cat Cuma por Gatúbela, ¿no?

–Sí, y gané. Cuma en lenguaje carcelario significa gay. Cuando no sabés, decís: “Quiero los tacos altos”. Divinos. Cuando me los puse esa noche, me morí de dolor, todo mi peso lo sentía apoyado ahí, y mirá que soy obeso... Necesitaba un traspaso de huesos. Yo decía “no doy más de los pies”, y La Iris me dijo: “Vos tenés que dar lo mejor; subí, que no te duele nada, y brillá”. No me lo olvido más. La gente me aplaudió a rabiar, yo no lo podía creer. Gané un viaje a Brasil. Le tomé el gustito, y después quería montarme todos los días.

¿Cómo estabas vestido?

–Amorfo. Travesti a medio armar era. Vestido de hombre con pestañas. Y un día fui montado directamente a Bunker. Cuando yo empecé, todo esto era una novedad. Por salir disfrazado a la calle te llevaban preso. A mí no me podían llevar preso porque era una kermesse caminando. Yo creía que iba de mina, pero era Carnaval. Me ponía unos colores tremendos. Zulma Lobato daba de mina a comparación mía, imaginate...

¿Cómo eran los shows de La Barby cuando surge en el ’95, hace 20 años, en Bunker?

–Vino un chico cordobés y me propuso trabajar en Cuarto Milenio; no sabía que me iban a pagar por hacer esto. Federico Serrat me llevó a Zona Buenos Aires y empecé a hacer shows. Y yo me dije: “¿Qué hago, si no sé ni la letra de los temas? Vos mové los labios y listo”. Y parecía que gustaba. Era re bizarro. Venían a verme, a reírse de mí, de lo loco que estaba. No ensayaba, ni nada. Después veía a transformistas que se reunían a ensayar. Yo tenía mi CD preparado con 800 temas y hacía cualquiera. Ponía las pistas al azar, imaginate. No hacía ningún juego con la gente. Hacía lo que me salía. De ahí me llevaron a Bunker. Mi primera aparición televisiva fue con Mónica de Alzaga en Hielo y limón, así se llamaba el programa. La mina se metía en las fiestas de la alta sociedad, con autoridad porque ella es De Alzaga, y los deliraba a todos. Y yo les enseñaba buenos modales, y no tenía ni idea. Después me invitó Gasalla, aparecí en La noche de Moria y en el programa de Carmen Barbieri.

¿Cómo te resultó meterte en la piel de una marquesa del siglo XVIII y a la vez no perder la frescura del café concert?

–Me costó tener que hacer de una persona mayor y decir “ladino, bravucón”. Estoy acostumbrado, como transformista clásico, a la risa al toque; pretendo que se rían de todo. Ahora estoy aprendiendo que no todo es risa.

La obra habla de gente que se crea un mundo de fantasía y viven en una realidad que ya no existe o que nunca existió. ¿Esto tiene algo que ver con el mundo gay?

–El gay vive –no todos, pero la mayoría que conozco– como si fuera Lady Di o una estrella de televisión, aunque haya salido una sola vez en la tele. El gay tiene esa maravillosidad como si fuera de la alta sociedad. En lo que hace, quiere ser el mejor; y está bueno. La Marquesa vive como si fuera espléndida, pero tiene uno al lado que no le dice que está en decadencia. Hasta que ella grita: “¡Tengo hambre!”. Y ahí se da cuenta de que no tiene plata ni para comprar un miñón. Tiene tips de Mirtha por esa cosa gorila; no sé si una Amelia Bence habrá sido así, una estrella total con los ojos color del tiempo, en los ’50, y ahora... Muchos del ambiente gay viven de la apariencia. Se matan en el gimnasio y no tienen un mango, pero viven de la imagen, de la apariencia.

¿Qué cambió en el público, y en la propuesta artística, de esa época a la actual?

–El otro día trabajé en Sitges Vintage, que trae a los artistas de los ’90 a trabajar. Fue la Divina Bijou, y el tipo contaba los mismos chistes de los ’90, pero la gente se reía muchísimo. Vino a reírse un poco de sí misma, de lo trava que es. Llegaba hasta “uy, me está creciendo la barba”. Llevarlo a la tele marcó un poco de diferencia. La diferencia está en reírse de uno mismo. No creó la pólvora. Decir lo fea que se ve, eso fue lo nuevo, fue sorpresa sobre todo para los héteros. Andá a decirle a Cris Miró o a Flor que se trate de trava...

Divas son los trapos

¿Qué le ves de interesante a Mirtha Legrand? Ya sé que fuiste dos veces a morfar... Pero, ¿por eso hablás bien de ella o sentís fascinación? Para mí es un personaje nefasto.

–Susana me parece mucho peor que Mirtha; con eso de hacerse la tonta, gana... Pero así es la vida, hay que convivir con eso. Yo tengo admiración por los años. No comparto sus pensamientos, pero tiene cosas de mi mamá, que no tiene una mente abierta. No hay una admiración por eso sino por las ganas de laburar. Hay mucha vieja así. Cuando fue el debate gay, fue terrible. Esos pensamientos de gorila extremo siguen existiendo. Mi mamá se crió en la época de Franco, estuvo en la Guerra Civil Española haciendo asistencia social y pensaba que con los milicos estábamos mejor; y sin embargo, tuvo un hijo putísimo al que aceptó. Tenía una forma respetuosa de dirigirse a mis amigos, me decía: “Este es del gremio”. Mi abuela me veía en la tele montado y estaba orgullosa... Hay que ponerse un poco en el lugar del otro, ver por qué piensa eso. No comparto la pregunta de Piazza. Las minas de 70 para arriba generalmente son gorilazas. Susana dice “sos gay, me servís, qué bonito”. La mina siempre tuvo un buen trato conmigo. Pero para estar en la tele tenés que meterte en un quilombo, y a mí no me va ésa.

¿Qué recuerdo tenés de Flor de la V? ¿La conocés de la época las Girls Bunker, donde también estaban Cris Miró y Mara?

–Con Cris Miró no tuve relación. Yo la veía bellísima a Florencia, eran todos unos carros pochocleros, no había travestis bien logradas como hoy, que a los 9 años ya saben que son maricones y se hacen travas, dejando fluir lo que quieren ser. Yo gano el concurso de Bunker y ella se presenta al segundo, y me hace temblar porque pienso que me va a cagar el reinado. Pasa por al lado mío y le digo: “Sos bellísima”...

Divine es tu referente. ¿En qué te ves parecida y en qué te diferenciás?

–Parecido en el cuerpo, estéticamente, en mis pelos despeinados. Me veo reflejado en un transformista gordito, y no sé si llegaré a conocer a un John Waters, me hubiese encantado tener una carrera parecida a la de él. No en lo trash. Nunca comí caca de perro: si me hubiera mandado un director a hacerlo, tampoco lo habría hecho. Pero, ¿sabés por qué? Porque ya lo hizo Divine. Pero sí me hubiese comido un vómito...

Lady Dómina. Ultimas funciones: sábados a las 21, Espacio Teatral Porteño, Corrientes 1630.

Compartir: 

Twitter

Imagen: Sebastián Freire
 
SOY
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.