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Viernes, 17 de octubre de 2008

PD

El bosque está que arde

cartas a [email protected]

Lobos hay unos cuantos. Tal vez sean lobos esos que quieren curar a la gente de su homosexualidad. Tal vez haya gente que con toda sinceridad no quiera ser homosexual, sobre todo teniendo en cuenta los “modelitos” de homosexuales que se les presentan. Ustedes tienen “derecho” a recomendar atrocidades en su suplemento, como si fueran cosas divertidas y liberadoras, muy bien; ell@s tienen derecho a dejar de ser homosexuales, ¿ustedes se lo van a impedir?

Que yo sepa, ni lobos ni corderos gozan penetrándose unos a otros con garras o pezuñas, ni convierten sus relaciones sexuales en un podrido negocio. Las pieles de cordero que los humanos inventamos no siempre tienen forma de sotanas; muchas veces son más glamorosas todavía, y están llenas de plumas y lentejuelas, para mejor engañar.

Cada vez que alguien incita a la prostitución, al consumo de porno y/o a la crueldad sexual, da una buena dentellada, con anestesia quizá, pero lastima igual.

Lamento interrumpir la festichola para comunicarles que el infierno hace rato que está en la Tierra, vino para quedarse y tanto la Iglesia machista y homofóbica como ustedes, que pretenden liberarnos a latigazos, son sus promotores.

Como bien dijo Sarah Kane (lesbiana, y no gay), “éste no es un mundo en el que yo quiera vivir”. Gracias, agrego entre otras cosas, a ustedxs.

Carlos Dellepiane


No quiero robarles mucho de su tiempo, pero el día de hoy me llegó un e-mail invitándome a participar de unas conferencias que tienen como objetivo “curar la homosexualidad”.

Lo convoca una Iglesia del Centro, una iglesia bautista con vasta tarea muy positiva en asistencia social, que en este caso parece que la pifió.

He realizado una denuncia en el Inadi, no porque consideren a la homosexualidad como un pecado (eso supuestamente es libertad religiosa), sino que uno de sus puntos de los paneles es “Cómo Jesús sana a la homosexualidad”... lo cual sí es un acto discriminatorio debido a que la homosexualidad no es una enfermedad sino que es una orientación sexual; y en segundo lugar, yo que creo en Jesús, y con un argumento exactamente opuesto puedo decir que me “sano para vivir plenamente mi sexualidad y creo que mi homosexualidad es un don (regalo) de Dios, como lo puede ser la heterosexualidad”.

Tal vez no seas ni siquiera cristiano, pero sé que comprendes el daño que grupos como éstos pueden causar. No me preocupan tanto las personas obtusas que asistan, pero sí los/las adolescentes que, llevados por sus padres a estas conferencias, salen llenos de culpas.

Te animo a que repudies esta actividad enviando un e-mail a [email protected]

Pr. Carlos Mraida

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