Viernes, 28 de agosto de 2015 | Hoy
CAMILA DOBLE > TEATRO
Hace poco Camila Sosa Villada presentó La novia de Sandro, un libro de poemas donde el despecho por amor se vuelve aullido. Y ahora estrena en Córdoba una versión personal de Frida Kahlo, radiante, acompañada por un marido elefante, una fan lesbiana y los fantasmas de Chavela y la Félix, entre otras gracias.
Por Christian Quinteros
Suspendida en un trapecio, una mujer se hamaca lentamente, sólo sus piernas desnudas se dejan ver desde allí, y de a ratos las mueve y acomoda. El público, mientras, ingresa a la sala. De repente sus extremidades superiores y su cuerpo vendado con corsé caen. La mujer se queja, se queja mucho de un dolor que parece sufrir infinitamente, y colgada cabeza abajo se entrega al abismo, a su cama, la estructura rectangular que de ahí en más será su mundo, su medio, su infierno y su paraíso. En ese clima comienza Despierta Corazón Dormido / Frida, obra con la que Camila Sosa Villada regresa al unipersonal en Córdoba, poniendo su cuerpo y su voz para convertirse en Frida Kahlo.
Aunque el inicio pega duro, el trabajo lejos está de la trama biográfica que más se conoce de la artista, la del personaje que con cuerpo inmovilizado, dependiente de los otros para realizar toda acción esencial, logra convertirse en una de las grandes pintoras de todos los tiempos. La actriz busca un giro a esa historia oficial. Porque, ¿cómo puede ser feliz alguien que nació con espina bífida que le obstruía los nervios de la pierna derecha y le provocaba úlceras, que a los seis años contrae una poliomielitis que hará que esa pierna quede para siempre más corta que la otra, y que encima a los 18 años un brutal accidente de tránsito la rompe en pedazos impidiéndole el desarrollo de posteriores embarazos que terminarán siempre en abortos espontáneos? Pues Frida era feliz, divertida, con gran sentido del humor, y no dejó de ser sexualmente activa. Al lado de Diego Rivera, el gran hombre de su vida, vivió el amor y el sexo libremente, bajo contratos que solamente ellos aceptaban y entendían con licencias para aceptar y compartir amantes. En la obra, la figura de Rivera es representada en un elefante de utilería con gran trompa fálica, objeto con el que Frida juguetea eróticamente pero además cuida y maneja como lo hace una niña con su muñeco, expresión de maternidad deseada.
Asiste a la artista mexicana la Catrina, figura cadavérica a cargo de Erica González, presente en casi toda la obra que ayuda a poner y sacar el precioso vestuario de Frida que evoca sus dibujos y autorretratos más conocidos, pero además ronda a la protagonista en un tironeo constante entre la vida y la muerte. Como en otras obras de Camila, la música es un elemento importante; en esta ocasión Agustín Albrieu Llinás ejecuta en vivo guitarra, sintetizadores y corea canciones de su autoría, que con prolija entonación la actriz interpreta e incorpora al monólogo. Pero no sólo con letras cantadas se recrea el universo de la pintora. El recurso constante del humor dentro del texto arma momentos distendidos y necesarios para incorporar otros seres reales en su vida, como el tributo a Chavela Vargas y la presencia de María Félix, que interviene en la narración para regodearse en la tríada amorosa que conforma con la pareja protagonista, en una actuación/imitación que Sosa Villada logra con acertado acento mexicano, puro en mano y el sombrero de ala ancha que identifica a “La Doña”. También se suman personajes de ficción que son parte de ese mundo Frida y del trabajo en escena de la actriz, como la Virgen guadalupana o la lesbiana cordobesa que después de un viaje a México y un paseo por la Casa Azul regresa convertida en presidenta del club de fans que vende artículos de merchandising, una referencia al consumo masivo de la imagen de Frida que en vida ella no se imaginó que existiría.
Sábados a las 21.30 en Teatro La Cochera, Fructuoso Rivera 541, ciudad de Córdoba.
Reservas: [email protected]
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