Vie 04.09.2015
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DENUNCIA

“Un operativo como en los tiempos siniestros de los edictos”

› Por Diana Sacayán

El miércoles 26 de agosto a las 3 de la tarde caminábamos por Constitución con compañeras del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL) buscando la parada del 129 para ir a La Plata, donde se estaba por tratar en una sesión de la Legislatura la ley de cupo laboral trans para la provincia de Buenos Aires. Sobre la avenida 9 de Julio un hombre nos agredió, con un típico insulto transfóbico. Una compañera se acercó a preguntarle qué le pasaba y éste le empezó a pegar. Enseguida aparecieron policías, algunos con uniforme, otros de civil, y nos redujeron en el suelo. No a todos los involucrados en la pelea, solamente a nosotras. El agresor, que no le tocaron ni un pelo, se quedó parado mirando. Sin preguntar nada, la Metropolitana empezó a golpearnos y pidió refuerzos para reducir a seis travestis. Muchas de mis compañeras fueron golpeadas, incluida una que tiene un marcapasos y terminó con lesiones graves, y yo misma, que fui arrojada contra un taxi en movimiento. Un despliegue ridículo: me amenazaron con una picana, cortaron la 9 de Julio, apareció un grupo de tareas —vestidos de civil y con chaleco antibalas—. Algunos amigos del Inadi se acercaron, porque una compañera los llamó, con la intención de evitar abusos por parte de la policía, pero resultaron víctimas ellos también de la represión. Finalmente nos llevaron esposados a mí y a Martín Lanfranco, del Inadi. Nos pasearon de una comisaría a otra hasta terminar en la cuarta. Nos llevaron en un patrullero, con dos motos adelante y dos atrás, como si se tratara de Jackie Kennedy. Nos tuvieron 9 horas detenidos. Nos hicieron “tocar el pianito”: nos abrieron una causa penal por “lesiones y resistencia a la autoridad”. Cualquier testigo sin demasiada inteligencia se daría cuenta de que fuimos detenidas por travestis, ya que el agresor fue a la comisaría, salió como entró, sin ninguna consecuencia. Incluso muchas personas que estaban en la calle, motoqueros, peatones, se nos acercaron para decirnos “quiero salir de testigo porque no puedo creer lo que les están haciendo”. Tenemos fotos, videos y testimonios y ya hemos hecho una denuncia en el Ministerio de Justicia. Todas esas pruebas demuestran que fue un operativo arbitrario, exagerado, transfóbico, que hace pensar en tiempos siniestros de edictos policiales. Hace pensar también en que, si bien nuestra realidad legal en estos momentos es otra, los agentes de la Metropolitana no están preparados para lidiar con la presencia travesti en las calles sin asociarnos enseguida con lo criminal.

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