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Viernes, 23 de octubre de 2015

TRANSACCION

Con halo de pionera, en un contexto en el que la inserción laboral de lxs ciudadanxs trans continúa siendo una cuenta pendiente, Victoria Antola acaba de entrar a trabajar al Banco Central de la República Argentina.

 Por Dolores Curia

A paso resuelto por los señoriales y centenarios pasillos del edificio del Banco Central, la joven Victoria Antola deja caer algunos datos sobre su vida. Su voz traza una biografía que corre por vías muy inusuales, estadísticamente hablando, de aquellas que cumplen con el derrotero de la exclusión de todos los ámbitos (de la casa, de la escuela, del mundo laboral) y que parecerían atar la identidad travesti a la marginación. Victoria es de Paraná y vive en Buenos Aires desde hace ocho meses. Allí fue la primera en lograr la rectificación de su DNI meses antes de la sanción de la Ley de Identidad de Género. También en Entre Ríos se recibió de traductora de inglés, profesora universitaria e intérprete. Aquí, siguiendo la racha de las pioneras, es la primera mujer trans en ingresar como empleada al Banco Central. Pero el del banco no es su primer trabajo en blanco, antes de eso fue docente de inglés en secundarios y poco después trabajó como administrativa a distancia (vía Skype, fundamentalmente) para una empresa radicada en Miami, “lo cual fue muy conveniente porque fue justo durante mi transición”. Por esos días además trabajaba en su tesis sobre la inserción escolar de las personas trans.

Suena todo bastante lejos del estándar.

En mi caso lo que fue fundamental para marcar esa diferencia fue el apoyo familiar. Terminé mi carrera de traductora de inglés con una identidad, diría, andrógina pero que en papeles era masculina, en 2004. A la última carrera que hice, el profesorado universitario, ya fui a la facultad como Victoria y existía la ley. Mi caso es singular en un contexto en el que las travestis abandonan la escuela porque el sistema es expulsor, binarista. Sumale a eso la falta de contención familiar, la falta de información que todo el mundo tiene del tema y el resultado es una gran mayoría de la población trans que ha quedado sin educación. Y sin un trabajo posible mas allá de los clises de la peluquería, maquilladora y derivados. Si pienso en cómo eran las cosas hace diez años, hay diferencia: ya se empieza a ver chicas trans que terminan el secundario. No hace tantos años que se trabaja en la cuestión, pero de a poco se ven algunos de esos resultados. Y uno de esos resultados, sin duda, es que yo esté acá en el banco.

¿Cómo es tu trabajo en el Banco Central?

Desde hace un mes estoy en la Subgerencia de Promoción de los Derechos Humanos, que se creó a fines del año pasado. Se trata de investigar la participación civil en la dictadura, es decir, delitos económicos que se hayan cometido en ese periodo. Estamos revisando los archivos del banco, uno por uno, un material enorme. Lo siento como un compromiso social que nos atraviesa a las personas trans ya que en esa época también hubo represión a las personas lgbt. Incluso configuraba un delito salir a la calle con ropa que no fuera de tu género biológico.

Aunque se ve muy de a poco personas trans que empiezan a trabajar en el sector estatal se habla de un techo de cristal delimitado por sector privado.

Cuando llegué a Buenos Aires empecé a trabajar en un instituto de inglés. Traté de no prejuzgar y fui a pedir el trabajo sin pensar “me van a tomar” o “no me van a tomar” por ser trans. Ahora, en el interior, de donde yo vengo, es casi imposible que una empresa privada te tome. Por ignorancia y tradición. En mi caso aquí no tuve ningún problemas para ingresar al ámbito privado. Pero sé que mi historia particular no puede dar cuenta de una realidad. Obviamente, siendo la Ley de Identidad de Género tan reciente vamos a tener que esperar diez, quince años, para analizar sus resultados y ver si como sociedad hemos podido reposicionar al colectivo.

Una se imagina el Banco Central, o el sistema financiero en general, como un ámbito muy formal, estructurado.

Parece no tener nada que ver con la apertura y ni con los Derechos Humanos. Cuando en verdad las políticas financieras afectan las políticas sociales y, por ende, los Derechos Humanos. Aunque no es un impacto que se ve tan directamente. El área en la que estoy tiene un montón de cosas para explotar. Por ejemplo, se estuvieron haciendo capacitaciones para el personal del banco en Derechos Humanos y una capacitación en temas de género y diversidad, a raíz de un convenio que se firmó con el Inadi. Eso como algo particular, pero en lo general, parte del trabajo que viene haciendo el área pasa por entender y explicar cómo las decisiones económicas están directamente relacionadas con la inclusión, o con la falta de ésta.

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Imagen: Sebastián Freire
 
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