Viernes, 21 de noviembre de 2008 | Hoy
ES MI MUNDO
Icono pop de la escena material ochentosa y legendaria representante de los derechos civiles de la comunidad Glttbi, Cyndi Lauper vuelve (¡aunque nunca se haya ido!). Con disco nuevo y búsqueda bailable, la ex rival de Madonna no abandonó el ring en los últimos 25 años y hoy da pelea en el Luna Park.
Por Guadalupe Treibel
Los ’80 han sido —por definición— los años del desenfado pop cuando, entre colores y hombreras varias, el encaje fue explosión artística y el look sobrecargado, bandera de tiempos (pos)modernos. Acusados por su encanto esteticista y cierta superficialidad de contenidos, a la distancia se redefine el preconcepto: la década abría la compuerta de una nueva era... Unidireccionalidad del liderazgo mundial (en manos de un ultraconservador como Ronald Reagan), sida, nuevas drogas de diseño, consumismo, explosión tecno, pasitos de bebé hacia la globalización, Volver al futuro, luchas sectorizadas (a la clase la desplazó el género) y otros sellos de agua para esa generación y las que le siguieron.
Con la sexualidad en el tapete, los límites de lo femenino, sensual y andrógino comenzaron a estimularse y, antes de la provocación —¿naïve?— de “Like a Virgin”, la chica que puso en jaque la gama de la canción fue la inusual (no material) Cynthia Ann Stephanie (aka Cyndi) Lauper.
En pose, descalza y anaranjada, la cantante hizo su debut con She’s So Unusual (1984) donde, semirrapada, hacía una declaración de época: “Las chicas sólo quieren divertirse”. Y, en pleno amanecer de la generación MTV, el video lo dejaba bien claro: en fila y acompañada, ella y su troupe de mujeres gritaban y empujaban a los muchachos que las rodeaban, convirtiendo al más conservador de los aristócratas en uno más de la fiesta. “Girls just Want to Have Fun” proponía un choque con el sexismo de MTV. Por esas cosas de la vida, hoy la versión rocker de la canción quedó en manos de la buenísima nena Disney, Miley Cyrus. De hit protofeminista a ¿canción de Walt? en un par de décadas. Ay, los inciertos caminos de la resignificación...
Lo cierto es que desde el sentimentalismo desprejuiciado, el humor y la efervescencia, Lauper afinaba la voz finísima, particular, femenina y disponía las cuerdas vocales para baladones como “Time after Time” o la autoplacentera “She Bop”, oda a la masturbación femenina: “Mejor que consiga una chaperona / Porque no puedo parar de meterme con mi ‘zona de peligro’ / No, no me preocupa / No hay ninguna ley que lo prohíba”.
Con ésas, sus primeras notas, Lauper alcanzó calidad de estrella: millones de copias vendidas para la nena de Brooklyn, escaladas en el Top Five de los charts, reconocimiento como icono fashion (sí, con esa cantidad de sombra en los párpados), llegada a Europa, discos platino y otros mimos para Cyndi y su mixtura de post-punk, reggae, new wave, funk y (¡claro!) pop. Ella, que había dejado el secundario para cantar con sus bandas de covers en clubes y restaurantes, le regalaba una estética a los ’80 (que Madonna terminaría de rematar). Adonde fueras, Cyndi estaba presente: radios, televisión, disfraces de Halloween.
A pesar de que ya muy poco tiene en común con Madonna, luego de veinte años todavía las comparan. En realidad, siempre le preguntan a Cyndi qué le ocurrió, cómo pasó a convertirse en la cara (y voz) olvidada del pop, mientras Madonna escalaba posiciones año tras año. Claro, eso hacía que largase una o dos puteadas y respondiese a medida: “Me mata cuando los demás dicen lo que tendría que haber hecho. Me comparan con ella, pero cada cual tomó sus decisiones. Yo construí mi propio estudio de grabación, yo firmé los cheques, le imprimí honor a mi trabajo. Y me casé y tuve un chico. Todos milagros. ¿Me arrepiento de algo? No. Todo fue una elección consciente”.
Por las casualidades de la vida (y la agenda de los organizadores), los dos gérmenes (en el sentido iniciático de la palabra) del pop llegan a la Argentina con semanas de diferencia. Cada cual con disco propio y proyecto diferenciado.
Lo cierto es que Cyndi, luego de alcanzar la cima en el ’84, el paso siguiente fue en declive. Después de su participación musical en el film infantil Los Goonies, producido por Steven Spielberg, para el que compuso el tema “The Goonies R Good Enough”, presentó en 1986 True Colors, con hit homónimo (único éxito del disco). El sonido más madurito hizo que Cyndi perdiera fans. ¡Ya nadie quería imitar su pollera hecha de recortes de diarios y posters! Aun así, la búsqueda de Lauper tomaba sus chances: además de incluir el cover “What’s going on”, de Marvin Gaye, el disco contaba con la colaboración de Pee Wee Herman, cómico icónico de los ‘80, protagonista de uno de los primeros films de Tim Burton, y el aporte de artistas como The Bangles, entre otros.
Si de Cyndi se trata, su último material, Bring Ya to the Brink, es música de discoteca, ultra mega bailable. Como diría Bandana: “Dance, dance, dance”. Y por ahí viene el asunto. Parece que la cantante fue a bailar con el actor queer Alan Cumming, un gran amigo suyo, y se dio cuenta de que necesitaba diversión en su vida. “Extrañaba bailar con todos y conmigo misma”, concedió por ahí. Según la nueva (y blonda) Lauper: “Me cansé de las cosas viejas, de las canciones viejas; quería nuevos tiempos y cosas nuevas. Energía”. Para llevar adelante el disco, armó una pequeña banda y reunió un grupo de trabajo, donde se multiplican nombres como los houseros Basement Jaxx, Digital Dog (de la escena clubbing) y otros artistas como Kleerup y Dragonette.
Su nueva imagen la propone sobria y moderada, a mil kilómetros de la chica-que-quería-divertirse en el ’84. Pero, ojo, ella tiene su explicación: “Decidí vestirme de negro pensando que así iba a pasar inadvertida, pero debo reconocer que me veía muy rara. Ahí descubrí que cuando uno es joven ser excéntrico es adorable, pero cuando uno es mayor lo que era adorable se torna medio terrorífico. Lo que no fue malo: como la gente me tenía miedo, pude vivir tranquila. Ahora quiero volver”.
Madre de Declyn, de unos 12 años, hace unos años contaba que iba a los partidos de hockey de su hijo a gusto. Y sin “disfrazarse” de rockera, claro. Habiendo probado todo tipo de terapias, su joven adultez la encuentra tranquila y nasal. Entre sus innovaciones terapéuticas, afirma: “Compré los cristales, pero básicamente son piedras. Y las rocas se ponen muy pesadas. Hice terapia con electroshock, pero no me dejaban ir al baño. Después empecé a hacer danzas de los espíritus con mi entrenador”.
Para obviar algún que otro determinismo, vale decir que la vida de Lauper está signada no tanto por el “fracaso”. Quizá, sí, por una más amigable “ausencia de éxito”, al menos en lo profesional. Como un tatuaje de henna difícil de borrar, la chica inusual nunca pudo retomar los exitazos del ’84. ¡Y eso que intentó! A True Colors le siguió A Night to Remember (1989), un disco ambicioso, con arreglos sobreelaborados, que no llegó a ningún lado. Cansada, Cyndi se tomó unos añitos lejos del mundo Rocola y regresó en 1993 con Hat Full of Stars, un larga duración donde la artista exploró dentro del soul, el folk y otros estilos, sin llegar a nada más que un sonido diluido. Con todo, Cyndi dio una vuelta de tuerca a su arte y se animó a involucrar temas sociales a las canciones, aunque el esfuerzo —de valor— no rindió frutos: el disco apenas alcanzó el puesto 112. Al año siguiente, un disco de compilados y, para el ’97, Sisters of Avalon, el último disco con canciones que hizo hasta el reciente Bring Ya to the Brink. Después vendrían villancicos, standards y versiones minimalistas de sus propias canciones.
¡Y no sólo intentó desde la canción! En sus 55 añitos, participó en films (como The Opportunists, de 1999, con Christopher Walken) y sitcoms (léase Mad about you), cantó en un episodio de Los Simpson, fue coach vocal en Canadian Idol y colaboró en la mítica tira gay Queer as Folk interpretándose a sí misma (apoyando una gala benéfica Glttbi y cantando). También estuvo en un capítulo especial de The Backyardigans, un programa infantil de Nickelodeon, y aprendió a usar ProTools, la versión más sencillita. Estuvo en un homenaje a John Lennon organizado por su amiga Yoko, tocó con Roger Waters, se casó. Así se mantiene: con las manos en el plato, activa y bailable. Y, como el sol, aunque no la veamos, Cyndi siempre está.
Le puso letra y voz a la diversidad militante: “Veo tus verdaderos colores / brillando alrededor / Veo tus verdaderos colores / Y por eso te amo / No temas que se vean / Tus verdaderos colores son hermosos / como un arco iris”. Su activismo comenzó el día que se enteró de que su hermana Ellen era lesbiana. Ella, que a los 12 comenzó a componer y a los 15 tuvo novia (pero no funcionó), que puede hablar durante horas sin parar y aun así mantener cierta coherencia singular, que se ha convertido en portavoz de la Asociación de Padres Familiares y Amigos de Lesbianas y Gays (Pflag), ha actualizado la lucha de los ’60.
En sus propias palabras: “Cuando era chica, veía a los afroamericanos peleando por sus derechos civiles y no entendía por qué la gente tenía que luchar de esa manera. Entonces veía cómo gente de raza blanca se levantaba y decía: ‘Eso no está bien’. En el movimiento de mujeres he visto hombres levantarse y decir: ‘Tienen que lograr la igualdad’. Ahora es el momento de que los heterosexuales se levanten y digan: ‘La gente de la comunidad Glttbi tiene que lograr sus derechos civiles’”.
Cyndi es dueña de la marca True Colors Concert Tour, que comenzó su segundo viaje anual por América en junio de este año. La recorrida de 24 ciudades combina música y solidaridad contra la discriminación, en busca de igualdad y conocimiento sobre la causa. sus derechos civiles por su sexualidad”.
Cyndi Lauper se presenta en el Luna Park, Corrientes y Bouchard. Hoy a las 21 hs.
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