Viernes, 17 de junio de 2016 | Hoy
¡OHDIOS!
La trampa que nos tiende el Estado Islámico es hacer creer que el Islam es consustancialmente contrario a la homosexualidad. Las teocracias islámicas ciertamente lo son, pero no más que otros fundamentalismos religiosos occidentales.
Por Daniel Borrillo
En la poesía y la literatura clásica del mundo árabe se celebra con frecuencia el amor entre hombres, en Las mil y una noches podemos leer: “entonces vi salir de la barca, en medio de los esclavos, a un anciano venerable, tan flaco y encorvado por los años y las vicisitudes, que apenas tenía apariencia humana. Este jeque llevaba de la mano a un joven hermosísimo, moldeado realmente en el molde de la perfección, rama tierna y flexible, cuyo aspecto hubo de cautivar mi corazón y conmover la pulpa de mi carne”.
El principal enemigo del integrismo islámico es dicha cultura musulmana que coincide con el mundo antiguo occidental en lo que Foucault dio en llamar el Ars erotica.
Los homosexuales son junto con los judíos, los principales enemigos del Estado Islámico que pone en escena la condena a muerte de la forma más atroz. Muchos de los Estados que dicen luchar contra ISIS, como Arabia Saudita, castiga con la pena de muerte la homosexualidad compartiendo así la misma violencia homófoba. Ironía de la historia, muchas de las normas que penalizan la homosexualidad en el mundo árabe son fruto del colonialismo inglés y no de la tradición musulmana. La homofobia social y de Estado (la casi totalidad de los países de la liga árabe castiga la homosexualidad) se extiende como un cáncer en el mundo árabe y los jóvenes musulmanes que desprecian, acosan y agreden a gays y lesbianas ignoran que de esta manera están destruyendo una tradición secular que ha permitido acoger a muchos homosexuales occidentales en países como Túnez o Marruecos cuando la persecución era implacable en Europa.
La demagogia de muchos políticos de Occidente ha instrumentalizado la lucha contra la homofobia que se vuelve un combate contra la minoría musulmana. Curiosamente los mismos políticos de extrema derecha que han militado contra la igualdad de derechos para las personas lgtbti son los que dicen hoy querer proteger a dicha minoría contra la barbarie musulmana. Esta es la trampa que nos tiende el Estado Islámico y en la cual no debemos caer: hacer creer que el Islam es consustancialmente contrario a la homosexualidad. Ciertamente lo es pero ni más ni menos que el judaísmo o el cristianismo (bajo todas sus formas católica, protestante, ortodoxa). Así, como dichas religiones han sido atravesadas por movimientos críticos de dentro y fuera de las mismas, muchos intelectuales, muchas mujeres feministas musulmanas y asociaciones LGBTI árabes están hoy día luchando por la igualdad en el seno de su propia tradición como lo han hecho y siguen haciendo millones de gays, lesbianas, bisexuales, trans, travestis, intersex del mundo occidental para atacar o hacer evolucionar las interpretaciones católicas, protestantes, evangélicas, ortodoxas y judías de la homosexualidad.
Las principales víctimas del Estado Islámico y de las teocracias islámicas son los musulmanes que aspiran a la libertad y en particular la minoría LGBTI. La puesta en marcha de una estrategia internacional de lucha contra la homofobia en los países árabes debe en primer lugar escuchar a las víctimas para saber cómo intervenir eficazmente. Del mismo modo, es necesario que el derecho de asilo fundado en la orientación sexual sea realmente respetado para que los pedidos de protección política sean tratados seriamente por los jueces de nuestras democracias y permitan así resguardar la vida de los cientos de miles de personas LGBTI (musulmanes, judíos, cristianos, ateos…) provenientes de países árabes que golpean a la puerta de nuestros Estados supuestamente gay friendly.
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