Viernes, 12 de diciembre de 2008 | Hoy
EL DESLIZ
Por Sandra Escobar
Quizá mi última relación hétero no fue tal. Quizás algún prolijo funcionario del SEP (sistema etiquetador patriarcal) guste de ponerle algún otro nombre. Lo cierto es que conocí a Isabel cuando mi relación con Luciana estaba en medio de las discusiones irredentas del final. Su metro setenta, sus cuarenta y cinco años de inteligencia, voz de ansias, increíbles caderas, su cabello largo y lacio, y sus ojos verdes, todo en conjunción, me hicieron saltar de la cama. Una intelectual referente de la cultura porteña, aunque uruguaya ella. No pasó lo que tenía que pasar. Sólo me había enamorado yo. Las mujeres siempre me pisan la cabeza, en cambio a los hombres siempre me los llevé a la piecita del fondo. Ante su indiferencia me condené al ostracismo y regresé a su vida cuatro meses después. Dispuesta a revertir mi huida, reaparecí ante la puerta de su piso de la calle Malabia impecablemente vestida, con actitud ganadora y una varilla de nardos en mi mano. Ella me recibió con su cabello casi rapado, unos jeans holgados que escondían sus caderas, un remerita al mejor estilo Querelle y su sonrisa de gato de Cheshire, que yo no imaginaba sería mi verdugo. Un beso demorado en mi mejilla me acomodó al otro lado de su mesa. Había cocinado un plato thai de cuyo nombre prefiero no acordarme. Cenamos y en medio del postre, la cereza fue: “Quiero decirte algo, no me llames más Isabel, ahora mi nombre es Ariel, Ariel Duchamp”. Desde entender los vericuetos de la transgeneridad hasta sucumbir frente y detrás del dildo maravilloso que Ariel había comprado en la Bond Street, nada. Un suspiro. El dildo calzaba perfecto en su arnés de cuero negro. Y él calzaba a ambos de manera precisa y preciosa en mí. El sexo con Ariel era sedoso y áspero. Fueron meses de cerveza, trasnoches y lujuria, donde todo roce era un cuestionamiento para el cuerpo del otro, un ensamble despiadado y preciado. No importaba dónde, ni cómo: el encastre estaba. Esta fue mi última relación hétero. Relación que duró hasta que Ariel decidió que sería un trans que sólo estaría con hombres, o sea, un trans gay, por lo que yo quedaba fuera de encuadre. Pero ésa es otra historia.
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