Mientras hasta hace pocos años representar el rol de gay en Hollywood significaba la muerte de un actor, últimamente el mismo rol se presenta como el pasaporte a la fama. Con cada vez más actores y actrices dispuestos a cubrir estos papeles, cada vez más público, todavía faltan películas.
› Por Mariana Enriquez
Las cosas están cambiando, de a poco. Allá por 1982, cuando Fox se decidió a distribuir la película Making Love, se temía por el futuro de sus protagonistas, que interpretaban una historia de amor (entre dos gays atractivos, profesionales, muy “presentables”). Los reparos venían con antecedentes: habían rechazado los papeles Michael Douglas, Harrison Ford y Richard Gere. Y, después del estreno, que en su momento fue muy exitoso, las carreras de Michael Ontkean y Harry Hamlin, los protagonistas, se estancaron.
Hollywood sigue mirando con recelo los temas GLTB, que sin embargo se acumulan en la escena del cine que se hace fuera de los estudios con productoras más pequeñas (las películas de Gus Van Sant, Todd Haynes, John Cameron Mitchell y tantos más.) Pero a las estrellas les gusta hacer personajes gays, en la mayoría de los casos porque les traen beneficios profesionales. El Oscar de Hillary Swank por Boys Don’t Cry, por ejemplo. O el Globo de Oro para Angelina Jolie por Gia en 1998, donde interpretaba a la supermodelo lesbiana Gia Carangi. Sin embargo, la puerta que parecía haber abierto Ang Lee con Brokeback Mountain (que disparó las carreras de Heath Ledger y Jake Gyllenhaal) no está tan de par en par como sería esperable. Y no porque los actores recelen.
Este año, se va a estrenar una curiosa historia de amor gay basada en un hecho real con dos superestrellas: Jim Carrey y Ewan McGregor protagonizarán I Love You Philip Morris. Los directores son los debutantes Glenn Ficarra y John Recua, guionistas de una película muy celebrada por su incorrección que se llama Bad Santa. De McGregor, la decisión de hacer un personaje gay no sorprende: ya tuvo sus romances en Velvet Goldmine, de Todd Haynes, y en Escrito en el cuerpo, de Peter Greenaway. De Carrey sorprende un poco más. La película es una comedia negra que cuenta la historia de un padre casado, Steve Russell, que termina preso en Texas por estafador. Allí se enamorará locamente de su compañero de celda, Philip Morris/Ewan McGregor, hasta que un día éste es liberado y Carrey/Russell intentará, desesperado, fugarse varias veces para estar con él. La película, que no es de Hollywood a pesar de sus grandes nombres (la financian productoras indies europeas y norteamericanas) tiene sólo fecha de estreno en Francia, para febrero.
La que ya se estrenó y causó revuelo es Vicky Christina Barcelona, de Woody Allen, filmada en España. Lo que hay allí, claro, es apenas una escena: la de Penélope Cruz y Scarlett Johansson a los besos. Cachondeo puro que seguramente las damas disfrutarán (las divas están hermosísimas), pero que está especialmente diseñado para las fantasías de la platea masculina hétero. Como suele suceder con las escenas de sexo entre mujeres bellas. Pero algo queda claro: las estrellas no tienen miedo de interpretar personajes ambiguos o directamente gays o lésbicos. Los estudios se están comportando de una forma más puritana que sus actores. El fuerte “gay” de este año, es, por supuesto, Milk, de Gus Van Sant; aunque es una película biográfica sobre el concejal por San Francisco Harvey Milk asesinado en 1978, tiene escenas de sexualidad y ternura explícita, interpretadas por Sean Penn (que después de su primer beso en pantalla llamó a su ex esposa Madonna y le dijo “no sé por qué, pero pensé en vos”) y los ascendentes jóvenes actores Emile Hirsch y James Franco.
En el mundo hispano, también se corren límites. Benjamín Vicuña, el actor chileno que está casado con Pampita, hizo dos personajes gays en cine el año pasado. Uno en Muñeca, la ópera prima del chileno Sebastián Arrau; otro en la española Fuera de carta, una comedia dirigida por Nacho García Velilla, sobre un romance entre un chef de un restaurante de Chueca y un futbolista (Vicuña). Ambos personajes lo catapultaron como sex symbol y así fue tapa del segundo número de la Revista G, publicación para la comunidad de Chile. Y allí dijo, hace poquísimo: “Para mí los personajes están dentro de uno y de alguna manera este Pedro (su personaje en Muñeca) habita en mí, es el homosexual que habita en todo hombre. Es mi lado femenino, que lo tengo y está asumido y me gusta tenerlo, me gusta convivir con él. Me gustó ser gay”. Por casa, no hay demasiado en cine, pero en TV despunta como icono de la temporada en personaje de Tomás que interpreta Diego Ramos en Los exitosos Pells. Claro que todo el juego de ambigüedades de la nueva tira de Telefé se merece nota propia.
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