Viernes, 6 de febrero de 2009 | Hoy
PD
Amigos de Soy:
El viernes pasado, a raíz de la carta enviada por Carla contando el triste episodio de discriminación que sufrió en Mar del Plata, me puse a reflexionar sobre un hecho poco feliz. Desde mi incredulidad estaba convencida de que nunca había sentido ningún tipo de discriminación, pero la realidad me aplastó tanto como el calor del subte A en el cual viajo. Entonces hice un repaso rápido y si bien con mi familia “está todo bien” y escuché varias veces a mi madre decir: “Vos sos mi hija y cómo no te voy a querer como sos”, cada vez que se me ocurre hacer algún comentario alusivo a mi homosexualidad me callan automáticamente. Más aún las parejas de mis hermanos: están más que bien recibidas en los almuerzos familiares del domingo, pero no así mi novia, bueno ahora ex. En mi trabajo ocurre algo parecido y aunque mi lesbiandad, por decirlo de alguna manera, se sale por mis poros, casi todos adoptan la postura de mejor no preguntar. Mejor no hablar de ciertas cosas, parece que ésa es la mejor manera de no discriminar discriminando. Por suerte tengo amigos y de los mejores. Hasta ahora no entendía el porqué de la necesidad de visibilidad. Hoy creo que es imperioso ser, parecer y decir lo que somos. Por eso celebro su labor.
Mientras escribo este mail algo curioso vino a mi mente. En todo este tiempo desde la primera publicación de Soy no vi a nadie en el subte, en el tren o en la calle que como yo lea con avidez sus notas. Nadie ostentando con orgullo como yo que soy y que lo leo. Parece ser que de eso no se habla, ni se lee y ni se debería escribir. Gracias a muchos como ustedes yo sigo escribiendo, quiero gritar y publicar que soy.
Les dejo mis saludos.
Marcela Vivar www.marcelavivar.blogspot.com
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