Hoy quería hablar un poco sobre la nota de la otra semana, “Montar a pelo”, donde explican y muy bien toda la práctica de tener relaciones sexuales sin cuidarse, que hay un “dador del regalo” y un “cazador del bicho”. También hay una frase en la nota que todavía en mi cabeza va y viene como pelotita de tenis: “Enfermarse puede llegar a ser sexy”. Entonces pienso en todos estos años que llevo como portador, años donde hubo momentos en que el suicidio estaba a la vuelta de la esquina esperándome para ser ejecutado, pensaba en la primera y renombrada infectóloga que tuve por el año ‘94 cuando con mis aniñados 20 años me trataba como un conejito de Indias y de la cual no sentí ningún tipo de apoyo y, claro, me hizo huir del hospital más rápido que un Fórmula Uno; en mi amigo Leo que moría por el virus; en Charly, quien fue mi “dador” —sabiendo o no— y que importaba en ese momento, pero mucho menos ahora. Pensé muchas cosas, pero siempre me salía la misma respuesta: enfermarse no es sexy y mucho menos en un país como el nuestro donde, y a pesar de muchos adelantos y avances, todo sigue siendo verde y lo peor sigue siendo oscuro. Como decía el testimonio, es verdad que cada uno es grande y sabe lo que hace o deja de hacer, pero también le digo a esa persona que hay muchas personas que no saben sobre el tema del virus, todavía sigue habiendo mucha ignorancia sobre el tema, entonces no podemos dar todo por supuesto. El sida sigue siendo un tema muy serio a pesar de que exista medicación y toda la práctica del bareback me parece algo, si se quiere, frívolo y sólo eso. ¿Que si se siente ser libre al tener sexo sin preservativo? Sí, claro. Pero es esa noche o ese momento. Después, cuando estás esperando toda la mañana para que te atiendan en un hospital público, ¿te seguís sintiendo libre?

Héctor Toscano
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