Viernes, 22 de mayo de 2009 | Hoy
ES MI MUNDO
En 2001, el español Pablo Peinado comenzó a coleccionar las viñetas que en los medios gráficos aludían a la revolución cultural que su país iba a protagonizar tres años después: la legalización del matrimonio universal sin distinción por orientación sexual o identidad de género. Para 2005, a las viñetas se le habían sumado obras de arte diversas que ahora recorren el mundo para hacer visibles las múltiples manifestaciones amorosas que también exigen su reconocimiento legal.
Por Diego Trerotola
El dibujo, aunque sintético y de oscuro trazo grueso, es reconocible gracias a su carácter arquetípico: ahí están el ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha y su fiel escudero Sancho Panza, ambos montados sobre Rocinante, a galope hacia un horizonte donde se recorta un molino de viento. Pero lo extraño no es el dibujo sino las palabras: la pareja de personajes lleva un cartel que dice “Recién casados”, y la imagen está enmarcada con la frase “400 años esperando”. Extrañas son esas palabras en el contexto en que Cervantes creó el clásico de la literatura castellana; pero cuatro siglos después, en 2005, la viñeta resulta perfectamente viable gracias a la nueva Ley de Matrimonio Español, que le permitió casarse a todo el mundo sin discriminar por orientación sexual o identidad de género. Así, de buenas a primeras, España comenzaba a resignificar su propia historia, la real y la imaginaria, y esa viñeta quijotesca de 2005, que podría ser un ejemplar anónimo de humor gráfico, sirve para dar cuenta de la subversión de ese momento histórico que motivó el cambio legislativo. Y por eso el dibujo ahora forma parte de la exposición Historias de amor, que Pablo Peinado realizó para Buenos Aires seleccionando medio centenar de obras de su colección de arte homoerótico diverso. “La idea inicialmente era recoger humor gráfico nada más, viñetas de la prensa, porque en España se publicaron muchos artículos tratando el tema del matrimonio gay acompañados por esas imágenes a partir de 2001. Pensé que era interesante guardar esas viñetas para dentro de treinta o cincuenta años, para cuando un investigador se pregunte qué pasó en España a principios del siglo XXI que siendo una sociedad que acaba de salir de una dictadura, una sociedad católica, bastante conservadora, de repente instaurase la legislación más avanzada del mundo en lo que tiene ver con el tema Glttbi. Entonces, esas viñetas podían ayudar a entenderlo; también se podían guardar los textos, pero a mí me interesaba más la parte gráfica, visual. Y entonces pensé en hacer una exposición con esas viñetas: era en 2004 cuando no se sabía que se iba a aprobar el matrimonio gay, y era como un acto reivindicativo, una manera de hacer activismo. Empecé a reunir esas viñetas, y amigos artistas me dijeron que por qué tienen que ser sólo viñetas, por qué no puede ser una pintura, una fotografía, un dibujo, un collage, por qué no amplías el marco de técnicas. Y la verdad que pues sí, podría ser, por qué nos vamos a restringir a eso. Entonces empezaron a llegar todo tipo de técnicas y de propuestas, me empecé a poner en contacto con artistas, a pedirles obra. Inicialmente no sabía si este proyecto iba a funcionar, yo pensé desde el principio pedirles la obra a los artistas como donación porque quería que la exposición se moviese indefinidamente, que estuviese rodando por España o por el mundo. Pero era un sueño, nada más. Para mi sorpresa, a los primeros artistas que les pedí me dijeron que sí. Y recibí la primera obra, que era una caricatura de El Gordo y El Flaco como pareja, que no está en esta exposición, está en Miami ahora. Me sorprendió, y me dije que no es tan difícil que te regalen obras. Y así fue: pidiendo, pidiendo, hasta llegar a la colección que tenemos ahora, que son doscientas obras de artistas de treinta países diferentes”. Y así se hizo realidad el sueño del hombre de la Mancha, porque Pablo Peinado es nativo de la misma región española que El Quijote y que Pedro Almodóvar, hecho que lo enorgullece. La colección que fue acuñando está fragmentada en diferentes muestras que actualmente se exhiben en paralelo por distintas ciudades latinoamericanas y por Estados Unidos. Cada exposición cumple con el difícil objetivo de dar un rango inusualmente amplio a la visibilidad de manifestaciones amorosas Glttbi, presentando la idea de uniones diversas desde estéticas, técnicas y figuraciones muchas veces opuestas. No necesariamente todas las obras giran en torno del matrimonio, de la idea de pareja: algunas ponen en crisis la significación o la limitación de esa institución social. Por ejemplo: una foto de Roberto González Fernández muestra tres manos ligadas y se pregunta si eso es “Matrimonio gay”, sugiriendo la figura del trío para poner en crisis la monolítica y perenne idea de pareja que el matrimonio implica. Y así la diversidad de representaciones que la exposición agrupa parece romper cualquier cliché de cierta tendencia programática y reduccionista de la visibilidad Glttbi contemporánea. De esta manera, imágenes y objetos se entregan a la utópica tarea de multiplicar el deseo artístico, el placer de la mirada diversa: cuerpos domesticados a la moda y cuerpos insurrectos, el feísmo y la estilización, las convenciones de rituales sociales y la experiencia única de lo íntimo, la ambigüedad y la frontalidad, la candidez pudorosa de un beso y la dureza del sadomasoquismo, lo bello y lo bestia, la tersura sensual y la aspereza desafiante. Todo parece querer hacerse visible a través de un puñado de obras, y por eso la colección creada por Peinado se bautizó Visible, igual que el festival dedicado al teatro y las artes plásticas que él también creó y que va por la quinta edición (www.festivalgayvisible.com). Pero la pasión de Peinado por la política de la visibilidad comenzó a fines de los ‘90, cuando formó parte como redactor jefe del núcleo fundador de la revista Zero, que cambió el periodismo Glttbi en castellano y fue el germen de la apertura española a la diversidad del nuevo siglo: “Zero fue un proyecto ilusionante porque estábamos todos queriendo hacer cosas. Yo no había trabajado como periodista, había estudiado Bellas Artes, pero me gustaba escribir. El ambiente en la redacción era totally gay, era la primera vez que estaba en un sitio donde todo el mundo era gay o lesbiana y era una cosa totalmente sorprendente. Era 1997, fue una revolución porque en un año o dos empezamos a sacar a personajes famosos del armario. Bueno, ellos salían, aunque a veces los empujábamos un poco, o a veces ellos nos animaban a nosotros a sacarlos. Y por eso se convirtió en una revista famosa en todo el mundo, porque aquello era un hecho inaudito, que un sacerdote católico español saliese en la portada diciendo ‘Soy gay por la Gracia de Dios’, o que un teniente coronel del ejército dijese que era homosexual, o el director de la compañía nacional de danza, empresarios, políticos, un famoso presentador. Fue una auténtica revolución, viví siete años de una excitación continua. Creo que Zero fue un aporte fundamental para los derechos que se han conseguido para el colectivo Glttbi. Lo que más me tocaba eran las cartas de la gente. Porque, sobre todo al principio, recibíamos decenas de cartas de personas que vivían en pueblos, que no podían hablar con nadie, y nos escribían a nosotros como la única vía de escape, como la única manera de comunicarse con otras personas gays. Estamos hablando de una época casi pre-Internet, ahora ya no ocurriría tanto. Y era muy emotivo, te emocionaban las cosas que escribían. Llegamos a recibir cartas sorprendentes como la de un fraile de un monasterio contándonos que todos los frailes de ese monasterio eran homosexuales, pero que nunca se podía hablar de eso porque era un tema tabú”. l
Historias de amor se exhibe hasta el 27 de junio en el Centro Cultural Rojas (Av. Corrientes 2038) y está co-organizada por el Cceba. Para acompañar la exposición hay una serie de actividades especiales. Consultar programación en www.rojas.uba.ar
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