Viernes, 19 de junio de 2009 | Hoy
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Parafraseando un verso célebre de T. S. Eliot, bien podría decirse que junio es el mes más gay. Temporada alta de las marchas del orgullo en gran parte del mundo (en la Argentina se celebra el primer sábado de noviembre en homenaje a la creación de Nuestro Mundo, el primer grupo homosexual que funcionó en el país en 1967), ya las calles de varias capitales se van vistiendo con los colores del arco iris y, con mayor o menor convocatoria, han iniciado los festejos que cada año conmemoran los disturbios que un grupo de gays protagonizó en contra de la policía el 28 de junio de 1969 en el bar Stonewall Inn en Nueva York. De hecho, el pasado fin de semana, cerca de tres millones de personas asistió a la marcha del orgullo gay en la ciudad de San Pablo. Y si bien allí primó el clima festivo y el reclamo por los derechos de las minorías sexuales, también hubo algunos incidentes. El más grave tuvo lugar en las inmediaciones de una plaza del centro de la ciudad, llamada Largo do Arouche, en donde el domingo explotó una bomba de fabricación casera que les causó heridas a 21 personas. La policía también registró otras denuncias de agresiones contra personas que participaron de la marcha, entre cuyas víctimas hubo un joven de 17 años que fue golpeado por un grupo de desconocidos e internado en estado de coma con traumatismo de cráneo.
En contraste con San Pablo, dueña de lo que muchos consideran la gay pride más multitudinaria, tanto Varsovia (capital de Polonia) como Zagreb (capital de Croacia) fueron las dos ciudades europeas cuyas marchas convocaron menos cantidad de público: cerca de 1500 personas la primera, y apenas 500 la segunda. Algo que no extraña si se tiene en cuenta que la población en ambos países es de mayoría católica.
En donde también hay mayoría católica es en Italia. Y en Roma este año muchas de las pancartas no evitaron mofarse del escándalo sexual en que Silvio Berlusconi se vio enredado luego de que el diario El País de España publicara las fotos de una fiesta sexual (con muchachas en topless y erecciones incluidas) en una villa de retiro del premier italiano. Tampoco faltaron, obviamente, activistas disfrazados de sacerdotes entonando proclamas contra el Vaticano. Una tradición que no se sigue en China, no sólo por obvias diferencias religiosas sino porque recién este año se planea llevar a cabo allí la primera celebración del orgullo gay. En Shanghai, más precisamente. Eso si el gobierno lo permite, ya que en estos días ha anulado parte del esquema de actividades que los organizadores de la Semana del Orgullo Gay habían pautado. Según fuentes de la organización, las autoridades chinas prohibieron el programa cultural del evento: un ciclo de proyección de cortos y películas de temática Lgbtti y la representación de una obra de teatro. “Todos los eventos que estaban programados ya los habíamos organizado antes y nunca habíamos tenido problemas. Esta vez sólo pusimos todas las actividades en la misma semana y las bautizamos con el nombre de festival”, se quejó Hanna Miller, una de las organizadoras, ante el pretexto del gobierno de que los locales en donde se iban a realizar estos eventos “carecían de licencia”.
Y si de gay pride se trata, cómo olvidarnos de San Francisco. Allí, desde el primer día de junio hasta que termina el mes, la arteria principal de la ciudad, Market Street, se cubre de arriba a abajo de banderas del arco iris. Algo que este año por primera vez no sucederá en señal de protesta por todo lo ocurrido con la tristemente célebre proposición 8, cuyo propósito de quitarles el derecho a las parejas del mismo sexo de casarse y poder adoptar –que había sido validado originalmente por el voto popular en las últimas elecciones– ha sido revalidado hace algunas semanas por la Corte Suprema de California. Por esta razón, prometen para este año una marcha austera.
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