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Viernes, 23 de marzo de 2012

Una muerte acivil

 Por Lohana Berkins *

La muerte de Claudia significa una gran pérdida para nuestra comunidad porque ella es una de las fundadoras históricas del movimiento, se había convertido en un referente muy importante. Crecimos juntas nosotras, que fuimos quienes iniciamos toda esta cuestión, por eso es una pérdida además con mucha carga afectiva.

Claudia era una mujer muy lúcida, muy capaz: lo demostró no sólo creando una asociación a nivel nacional, sino que entendió que la lucha tenía que traspasar las fronteras y llegar a toda Latinoamérica.

Yo la conocí en sus inicios, en el ’90, y enseguida me llamó la atención su pragmatismo, siempre admiré esa cuestión de entender que hay algo superior a nosotras que son los derechos de toda la comunidad. Me acuerdo del último encuentro que tuvimos, cuando nos juntamos para mancomunar visiones sobre la ley de identidad de género. No voy a sufrir demencia, teníamos una construcción política distinta, pero nos reunimos, debatimos, tuvimos la madurez que pocos grupos podrían exhibir. Todas íbamos para el mismo lado, dentro de lo que es siempre nuestro estilo: tener un sentido del humor muy ácido, una rapidez verbal, en la situación más tensa tirar una broma y después seguir... En cuanto al significado que tiene la muerte en nuestra comunidad, no puedo dejar de señalar la fragilidad de nuestras vidas como travestis. Como dice Judith Butler, “la precariedad” de nuestras vidas, precariedad en el sentido de construcciones sociales, afectivas, políticas. Tenemos cuerpos negados, violados, despreciados, golpeados, encarcelados. Las sobrevivientes de esta historia nos hemos tenido que poder parar frente a la vida y eso es durísimo. Lo hacemos cotidianamente, Claudia Pía lo ha hecho, por eso las reacciones de las compañeras reflejan algo que indica que la lucha debe continuar: en las cadenas de llamados, de mails, de Facebook, dicen “una más”, como que nosotras no nos tenemos que acostumbrar a la muerte. No lo dicen con maldad, ni frialdad, es una especie de defensa, como diciendo: “¿Qué querés que vea? ¿El prólogo de mi propia muerte?”. Claudia va a ser enterrada con un documento que no le corresponde, que no va a dar cuenta de quién fue, su DNI no demuestra el recorrido de su vida y estas cosas son las que nos siguen impactando, y no sólo a nosotras, a toda la comunidad, porque ella termina siendo una muerta acivil. En ningún lado va a decir “acá está Claudia Pía”, eso sigue doliendo.

Estuve hasta tarde en el velatorio del lunes, fueron un montón de compañeras, con algunas hacía años que no nos veíamos, y surgían anécdotas, chistes, recuerdos... Eso habla de la nobleza de nuestra comunidad y de la furia que masticamos.

Es un tiempo para reflexionar, sobre todo el movimiento travesti, que sigamos unidas: nadie estaba allí midiendo quién es cada una, nos saludábamos todas, nos abrazábamos todas, sin especulaciones. Creo que eso es algo para recalcar, que nosotras somos la verdadera familia, nosotras elegimos estar juntas, a nosotras nos unió un lazo muy profundo, despreciadas desde niñas.

Una podría acordar o no con ella, pero sin duda era un referente internacional y una gran lideresa para muchas. Nosotras que tenemos un relato tan vivo, tan presente, como dicen las madres, generamos vida desde la muerte, desde esa desesperación, esa desolación que nos toca vivir, para las que se fueron y para las miles de travestis que van a venir.

Claudia Pía nunca ambicionó el poder, jamás estuvo enganchada en eso de ser protagonista.

* Coordinadora General de Alitt (Asociación de Lucha por la Identidad Travesti Transexual).

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