Viernes, 23 de noviembre de 2012 | Hoy
Hasta ahora las Malvinas eran un mapa dibujado en tiza celeste y blanca sobre el pizarrón en accesos patrióticos –y era de difícil por las fiordos!–. Hasta dónde ha llegado la introspección lamborghiniana, que hasta islotes fiordescos las excitan, libidinizándoles en esa euforia tanática! Y parecía tan inofensivo, junto a las borlas –también en tiza celeste y blanca– que decían, con letra inglesa: “Las Malvinas son Argentinas” –(En cambio las Falkland son inglesas) decía el chiste landruesco–. Y ahora mediante qué operatoria de producción simbólica se han corporeizado: agregando a su tradicional Soledad (del Este y del Oeste) su condición de cementerio. (Los milicos no podían soportar que una parte del territorio del Estado no estuviera sembrada de cadáveres!) De campo: que no otra cosa harán de ellas sus aspirantes a amos. Y si esa similitud semántica (Malvinas, si parecen las esposas de Sandrini) favorece la instrusión feminista (son ellas...), otra cualidad se superpone a la anterior: la guerra es el supremo deporte masculino (cada muerto es un gol!) y es por lo menos una contradicción sospechosa que se puna el aborto y no la masacre sistematizada de cholos –cuyas imágenes fervorosas se ven en las TV locales, tortura que obvio–. Parece que un exiliado dijo: en vez de ocupar las Malvinas, tendrían que desocupar el país. El régimen, nocivo de por sí, se ha convertido en un riesgo internacional, y debe, en nombre de la humanidad, ser aplastado –como los nazis–. Por eso estoy por la invasión total, milímetro a milímetro, y la destrucción minuciosa y sistemática de esa banda de matones denominada Ejército Argentino. Estoy inflamándome un poco y saliéndome del corset. He ahí las consecuencias del patriotismo, del antiimperialismo y toda esa patraña –que no es sino defensa del Estado. Que hace que un Estado atrasado sea, por determinismo mágico, más progresista que un Estado avanzado. Operación que favorece el proyecto luminoso de creación de la Ukrania del Atlántico (aunque si seguimos así, sin la guerrilla anarquista de Makno). Ya que no podemos llamar a la deserción, llamemos a: todo el poder, a lady di, el vaticano a las malvinas, etc. l
Fragmento de una carta inédita a Sarita Torres que será publicada por Mansalva con edición de Cecilia Palmeiro.
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