Viernes, 23 de noviembre de 2012 | Hoy
Por Mariano Blatt
Amanezco, domingo. Manoteo el celular, un mensaje nuevo en el whatsapp: mientras dormía un puto me mandó un “mmm”. Le contesto: “mmm vas a hacer cuando la tengas en la boca”. Es lo que necesito cada día al despertar, saber que soy un poco más puto que ayer, pero todavía menos puto que mañana. Voy a la cocina y mientras preparo el mate en mi vasito de metal me acuerdo de partes de la noche de anoche: unos amigos presentaban sus libritos de poesía en una terraza. Al principio estábamos todos muy rescatados, comiendo pan casero. Después, anduvo dando vueltas un clericot con una pepa adentro y las charlas se animaron. Los sentados se paraban para bailar, los brazos se rozaban, querer ir al baño y ver que estaba ocupado por uno chupándosela a otro; esas cosas, lo de siempre, lo mejor. La mesa con los libritos seguía firme, pero mi atención ahora estaba en un puto que meneaba la caderita hipnóticamente con un temazo de Altos Cumbieros. Movimientos rápidos que los veo lentos, esas cosas. Después, caminé de vuelta a casa: de Colegiales a Agronomía, pasando por Villa Crespo, Chacarita, Ortúzar, Parque Chas. Muchas esquinas con chicos lindos tomando vino. Se las hubiera chupado a todos juntos, o al menos de a dos. Una sola es un embole. Pero nunca gané en la calle, se ve que no es lo mío. Es que cargo con una característica medio moderna del puto que a veces me juega a favor pero otras me condena a la soledad (sexual): no parezco puto. Eso me dicen todos, siempre: “Ay, pero no parecés puto ni ahí”. No, obvio, no parezco, soy puto. ¿Qué carajo es eso de parecer puto? No quiero que crean que me la como, quiero que sepan que me la como. El problema con no parecer puto pero serlo es cómo darnos a conocer. Cómo hacer para intercambiar celus con alguno de los guachitos que me crucé anoche en el camino a casa (sobre todo el morochito orejudo con campera de Atlanta que venía caminando solo por Dorrego casi Corrientes). El toc toc de mensaje nuevo me devuelve a la realidad. Al mismo tiempo, hierve el agua para el mate, pero priorizo chequear las novedades. Parece que el putito del “mmm” se despertó y me manda un emoticón que consiste en dos puntos y una letra “o” mayúscula, lo que interpreto como “con la boca bien abierta”. Ya fue el mate, siento que me crece un toque la pija abajo del shortcito de Comu que uso para dormir. Le escribo “si es que te queda boca libre para decir algo” y me caliento más. Entonces caigo en la cuenta, esa es la manera que encontré para decir soy puto aunque no lo parezca: escribir. Toda mi obra dedicada a lo mismo, y cuando digo toda mi obra me refiero a los poemas, los libros, las notas, las colaboraciones (como ésta), pero también a los chats, los mensajes, el twitter, etcétera. Si vamos a escribir, que sea para ser cada día un poquito más putos, ¿no es cierto, maestro Perlongher?
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