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Viernes, 30 de noviembre de 2012

Una luz en la oscuridad

 Por Marta Minujín

Yo lo conocí hace muchísimos años, como cuarenta. Lo conocí cuando él era fundamentalmente un cantante de ópera, todavía no era un galerista. Yo iba y venía de Estados Unidos y me la pasaba hablando por teléfono con él. Creo que hablábamos más por teléfono que lo que nos veíamos en persona. El era un personaje estrambótico que hacía siempre fiestas en su casa. Coleccionaba todo tipo de objetos, viejos, nuevos, lo que sea, ropa de personajes famosos, fotos raras. Lo más importante de esa casa de la calle French eran sus galgos y su madre, a la que quería con locura (al padre no lo quería nada). Tenía una hermosa voz, cantaba sus óperas privadas de manera impresionante. Eran un flash esos shows. El hacía de hombre y José Luis López, de mujer. Todos los sábados había reuniones en su casa. Era la época de la represión militar; entonces, todos estábamos acostumbrados a ir a fiestas privadas. Fue un momento en lo que todo pasaba adentro. Nosotros nos adorábamos y él también adoraba a Romero Brest y a su mujer. Nos juntábamos los cuatro. Me acuerdo de que él trabajó en una ópera mía en el Presidente Alvear y cuando salió a la calle, se lo llevaron preso al segundo, por la pinta. Después, poco a poco, se fue metiendo más en el arte. Ya no en el arte de la ópera sino en el arte plástico. Al poco tiempo heredó una fortuna, se compró una galería y empezó a coleccionar. Yo le hice el gancho con Andy Warhol. Le compré a Federico una serigrafía de Warhol, en ese momento, por setecientos dólares. Hoy vale 3 millones. Federico además tiene dos cuadros míos: uno en el que estoy en una bañadera en la cancha de River, y otro que es de una serie erótica. Era raro, fuera de serie, cada cosa que decía te dejaba pensando por lo delirante. Todo en él era exagerado. Por ejemplo, le gustaban los tallarines y, entonces, durante meses no comía otra cosa que no fuesen tallarines. Federico fue un ser fantástico con sus oscuridades también. Pero para ser divertido hay que ser un poquito oscuro. Y yo con él me divertía.

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Mirtha Legrand: Rosa Blanca. Técnica mixta de Federico Klemm. 1991.
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