Viernes, 8 de enero de 2016 | Hoy
Por Pablo Gasol
El hospital Muñiz tiene pinta de barrio colonial y bosque encantado. Entre sus jardines y las tantas construcciones, me costó encontrar a la pequeña casita lateral conocida como “Sala Ocho”, que alberga al equipo de Transvivir. Me acerqué un día atípico: era un día de fiesta. Estaban con los preparativos de la fiesta de fin de año. Era claramente un día de fin de ciclo, de balance, de agradecimiento mutuo, el cual fue coronado por la decoración navideña de un arbolito en conjunto. Transvivir salió de la misma necesidad de las chicas trans que caían internadas: la soledad, el dolor físico y espiritual, fueron creando este grupo, donde las que mejoraban cuidaban y apoyaban a las pacientes internadas. Un hospital no deja de serlo, y sabe a revancha que, en el Muñiz, reservorio histórico de agonía, dolor y muerte, florezca un grupo de contención creado por ellas mismas y acompañado por el hospital. Las psicólogas y promotorxs de la salud, son una valla de contención donde apoyarse, escucharse, hacerse compañía, debatir. Donde pensar y pensarse, a escuchar, a decir. Las personas trans muchas veces somos recluidas durante años en la vergüenza y el silencio, y crear estos espacios de amor, es una revancha. Revancha ante la violencia y el odio que nos devuelve en general el resto de la sociedad. Algunas chicas me hablaron de sus sueños de actrices, de la importancia de contar con el espacio y el lugar de encuentro, y del sentirse parte. Charlando con Perla, comprendí que Trans-Vivir, es también, un punto de despegue. Las charlas, los talleres, y el amor que trae la amistad y el compartir, pegan cualquier ala rota. Las chicas y al equipo médico girando alrededor de uno de los árboles de la entrada principal, poniendo adornos artesanales, fue un ritual curativo para todxs. Adornos confeccionados por Yéssica y otras chicas de ATTTA, dándole el simbolismo de revalorizar lo antes descartado. Todxs colgaban con entusiasmo infantil los adornos. Debe ser la infancia trans vedada que nos aflora por los poros de adultx. La violencia médica generalmente nos espanta, por eso es tan valioso que exista un punto de reparo así ahí adentro. Pregunté por qué, como generalmente sucede, no había hombres trans. Me dijeron que se acercó alguno, pero terminan yéndose. Muchas de nuestras luchas son similares, pero la vida cotidiana es muy distinta. La calle es dura con las chicas, y a nosotros muchas veces no nos ven, si no nos hacemos ver. Transvivir, si bien nació de la necesidad de las chicas internadas, está abierta a toda la comunidad trans y general. Habilitar espacios y apoderarse de los creados, está en nosotrxs, así que extiendo la invitación a todo hombre trans a, también, formar parte. Es un lugar en pleno desarrollo, abierto a seguir creciendo de acuerdo a las necesidades reales de personas reales.
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